Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



martes, 25 de mayo de 2010

De Cuáles Son los Errores del Catolicismo a la Hora de Definir qué Es la Justificación (1)


En uno de mis últimos debates on-line con católicos surgió el tema de la Justificación y las divergencias existentes entre la posición protestante y católica.

Es sencillo reconocer cuál es cada una, la católica es la que está mal y la protestante la que está bien...

Es broma.

De este modo, armado del buen ánimo necesario para ayudar a los católicos que aman a Dios por encima de todas las cosas, voy a abrir una serie de entradas donde se explique de un modo sencillo, cuáles son -según los protestantes- los errores del catolicismo en relación al tema de la Justificación.

Pero antes de nada... qué es la Justificación?

Es sencillo, la justificación es el acto por el cual Dios declara al hombre Justo según la Ley.

Aunque parezca mentira, esta noción la compartimos católicos y protestantes.

Así pues, una vez puesto el traje de neopreno, me sumerjo en las claras aguas de la Enciclopedia Católica:
Si alguno dice que sólo por la fe el impío es justificado; en tal sabiduría como lo dice, que no se requiere ninguna cooperación en la obtención de la Gracia de la Justificación y de que en ninguna forma es necesario que él esté preparado y dispuesto para moverse de acuerdo a su propia voluntad; sea anatema...
Concilio de Trento, Cánones sobre Justificación, Canon 9
Cuando leí esto, lo primero que salió de mi boca fue lo siguiente:
iiiiiiiiiiiiiiiih! Pero no se dan cuenta de que están condenando lo que dice la Biblia?
Después imité a un pollo para desestresarme...

Pero cuáles son los errores católicos que causaron mis plumíferas imitaciones?

Son muchos.

De entrada, fijémonos en una frase clave de la declaración del Concilio:
Entendiendo que no se requiere otra cosa alguna que coopere a conseguir la Gracia de la Justificación
Veis la contradicción?

En efecto, las Gracias de Dios no se trabajan, se reciben, porque si uno ha de hacer algo para recibir una Gracia, la Gracia ya no es Gracia sino el justo pago por tu trabajo.

Pablo -en Romanos 4:4- lo explica claramente cuando escribe:
4 Pero al que trabaja no se le cuenta el salario como un regalo, sino como deuda
En efecto, cuando a final de mes recibo mi sueldo, este no es una gracia de mi empresa, es lo que me deben por mi trabajo.

Esto mismo, la explicación de lo que es una Gracia, lo vuelve a expresar Pablo en Romanos 11, fijémonos:
5 Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por Gracia.
6 Y si es por Gracia, ya no es por obras; de otra manera la Gracia ya no sería Gracia.
Y si es por obras, ya no es Gracia; de otra manera la obra ya no sería obra.
Uno no puede hacer nada para recibir una Gracia de Dios porque el mero hecho de hacer algo que convierta a Dios en deudor de tu buen obrar, anula el mismo concepto de Gracia.

Por tanto, no señores del Concilio, escribir Entendiendo que no se requiere otra cosa alguna que coopere a conseguir la Gracia de la Justificación, pone de manifiesto que no tienen claro qué es una Gracia.

Uno no puede hacer méritos para recibir una Gracia, porque entonces la Gracia ya no es Gracia, es un pago por tus méritos.

Esto lo entendió uno de los padres de la iglesia católica más admirados por el protestantismo: San Agustín.

A San Agustín se le concedió entender el estado caído del ser humano y la absoluta necesidad de la Gracia divina para poder hacer el bien y andar como Jesús anduvo.

La Gracia divina es concedida al hombre sin ningún mérito de su parte, gratuitamente, de ahí, precisamente su nombre: Gratia.
San Agustín creía que la acción de la Gracia no suprime la libertad del hombre porque actúa por atracción, es decir, por Amor.

Ruego a los católicos que lean las palabras mismas de San Agustín las cuales alimentan al protestantismo:
Y de aquí nace otro problema de no poca importancia, que, con la Gracia de Dios, hemos de resolver.
Si la vida eterna se da a las buenas obras, como con toda claridad lo dice la Escritura:
Porque el Hijo del Hombre... pagará a cada uno conforme a sus obras
¿cómo puede ser Gracia la vida eterna, si la Gracia no se da por obras, sino gratuitamente, de acuerdo con el Apóstol:
Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda?
Y en otro lugar:
Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por Gracia
y a continuación
Y si por Gracia, ya no es por obras; de otra manera la Gracia ya no es Gracia.
¿Cómo, pues, será Gracia la vida eterna, si a las obras responde?
¿O es que quizá no llama Gracia el Apóstol a la vida eterna?
Es más: tan claramente lo dice, que es de todo punto innegable.
Y no es que requiera esta cuestión un ingenio agudo. Basta sólo un oyente atento. Porque cuando dijo:
Porque la paga del pecado es muerte
en seguida añadió:
mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Este problema, a mi parecer, sólo puede resolverse entendiendo que nuestras buenas obras, a las que se da la vida eterna, pertenecen también a la Gracia de Dios, toda vez que nuestro Señor Jesucristo dice:
Sin mí nada podéis hacer.

Y el mismo Apóstol, al decir:
Porque por Gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe
vio que los hombres podrían entender como no necesarias las obras y bastar sólo la fe, como también que los hombres podrían gloriarse por sus buenas obras, cual si a sí mismos se bastaran para realizarlas; y por eso añadió:
porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

De la Gracia y el Libre Albedrío de San Agustín, Capítulo VIII
Cada vez que leo a San Agustín me parece estar leyendo a un tratado calvinista...

En efecto, no hay nada que el hombre pueda hacer o llegar a hacer, que le haga merecedor de una Gracia porque en ese caso entraríamos en contradicciones.

De entrada, el análisis de la declaración del Concilio de Trento empieza mal, y ya sabes, lo que mal empieza mal acaba.

La primera entrada de esta serie acaba aquí, ya sé que todavía no he tratado el tema de la Justificación y que me he limitado a hablar de la Gracia, pero es que considero clave clarificar conceptos.

Eso sí, mientras escribo la segunda entrada, dad gracias a Dios por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucrito...