Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



miércoles, 1 de junio de 2011

De Mateo 7:21, o Cómo Roma Entiende en un Pasaje, lo Contrario de lo que se Dice...


Practicando mi deporte de riesgo favorito -lectura del Catecismo católico- encuentro lo siguiente,
1821 Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cf Rm 8, 28-30) y hacen su voluntad (cf Mt 7, 21). En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, ‘perseverar hasta el fin’ (cf Mt 10, 22; cf Cc. Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo, como eterna recompensa de Dios por las obras buenas realizadas con la gracia de Cristo.
Una gran parte del protestantismo cree que el catolicismo enseña Salvación por obras cuando lo cierto es que para esta rama, las obras son el producto de la Gracia de Dios.

Hace esto su postura menos errada?
Lo cierto es que no, pero es importante dejar las cosas claras y evitar en la medida de lo posible la propagación de cuantas menos falacias mejor, pues manchamos al Señor que representamos.

La diferencia entre lo que enseña el obispado de Roma y la Palabra, es que mientras la última deja claro una y otra vez que las obras no son ni un medio para nuestra justificación ni un requisito para nuestra Salvación, Roma insiste en darle un papel a las obras en la Salvación del creyente.

Pero volvamos al catecismo romano y su referencia a Mateo 7:21,
1821 Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cf Rm 8, 28-30) y hacen su voluntad (cf Mt 7, 21).
El contexto inmediato pretende demostrar que Mateo 7:21 es un pasaje que muestra la necesidad de las obras para Salvación.

Leamos dicho pasaje,
21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

Mateo 7
El contraste entre el decir y hacer es claro.
De este modo, mientras el Señor afirma por un lado el requisito de hacer la Voluntad del Padre para entrar en el Reino de los Cielos, por el otro establece la inutilidad de una confesión de fe huera.

La cuestión que debería centrar nuestra atención es: Qué entiende Jesús por Hacer la Voluntad de Dios Padre...?

Para Roma la respuesta es sencilla: Obras.

Sin embargo, los susodichos olvidan algo muy básico: Dios no está loco, y Su Palabra no se contradice.

En efecto, fijémonos qué dice el versículo siguiente,
21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
Si Jesús estuviera diciendo en el versículo 21 que la fe por sí sola no es suficiente, es decir, que es necesaria la realización de ciertas obras para conseguir la Salvación, el Señor habría enfatizado la insuficiencia de la fe, y no habría desechado el obrar en el versículo siguiente.

No obstante, en el versículo 22 el Señor nos está diciendo precisamente lo contrario: aquellos que han creído en mí, y sus obras han sido abundantes no podrán entrar en el Reino de los Cielos.

En efecto, no estamos ante personas que han hecho una vana profesión de fe sin obras como Santiago nos advierte en su epístola.

Estamos ante personas que han llevado una vida activa en la fe, personas que han hecho proselitismo, han profetizado, han discipulado, expulsado demonios y protagonizado muchas maravillas en el Nombre del Señor en quien dicen creer y a quien afirman servir.

Una vez analizado el texto en profundidad vemos lo irónico que es que Roma vea en un texto que rechaza la importancia de las obras, justamente lo contrario.

Exacto, la oposición no es entre falsos creyentes que se pierden, y esforzados creyentes cuya riqueza de obras les hace ser dignos de Salvación, pues aquellos que el Señor Jesús remarca que se pierden son tipos que obran,
Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
Por consiguiente, qué es lo que falla en todo esto, de qué nos está hablando el Señor?

La clave del pasaje radica en entender sobre qué reposa nuestra fe, si en la confianza ciega de que el Señor es quien ha trabajado la Salvación por nosotros, o en la confianza de nuestras obras por mucho que estas sean producto de la Gracia de Dios.

Nadie que confíe en sus obras como medio para ganar méritos delante de Dios, será salvo, pues ello será la evidencia de falta de fe absoluta en el Señor.

Si creemos que nuestras obras nos ayudan a conseguir nuestra Salvación, si creemos que estas nos ameritan de algún modo delante de Dios, estamos condenados independientemente que estas sean muchas o pocas, independientemente que hayamos creído en el Señor, o le hayamos confesado como Señor.

Sola Christi, grita el cristiano.

Más que enseñarnos sobre la necesidad de las obras, el Señor nos advierte que todo el que vaya a juicio y presente sus obras, la forma en cómo ha vivido su vida, o su fidelidad al Nuevo Pacto en la sangre del Señor como mérito ante él, está condenado.

Su error está perfectamente descrito por Jesús: estos falsos cristianos apelan a sus propias vidas, y a sus muchas obras cristianas como méritos delante de Dios.

Cuál es la única defensa del cristiano delante de Dios?

El sacrificio sustitutivo del Mesías Dios en el lugar de su Pueblo, cuya sangre cubre todos nuestros pecados, pues el Cristo es la propiciación que Dios mismo ofreció por nosotros.

El Evangelio, la Salvación es tercera persona.
Nada de Yo he hecho tal cosa, Yo he dejado de hacer tal otra...

Tercera persona, es decir, él vivió como hombre en el poder del Espíritu de Dios una vida que yo soy incapaz de vivir, él ocupó mi lugar en la cruz, él pagó con su vida el precio de mis pecados, él resucitó como demostración de que su sacrificio había sido aceptado, él, él, él...

Todo lo que no sea confiar en lo que él ha hecho, en sus promesas, es falta de fe.

Preséntalo como quieras, pero o confías única y exclusivamente en lo que él ha hecho por ti, o demuestras que no tienes fe verdadera.

Ojo, una vez redimidos hemos de obrar para manifestar el carácter de Dios en el mundo, pero nuestras obras son el resultado de la obra del Señor, el resultado de la Salvación/Liberación que el Mesías Dios consiguió por nosotros, pero jamás un mérito que nos haga más aptos a ojos de Dios.

Las buenas obras son el resultado de tu Salvación, no la causa.

Si en el fondo crees que dar a los pobres, abstenerte de ciertos deseos, asistir a cultos, predicar, tomar la Santa Cena hasta para desayunar, etc... confías en algo ajeno a lo único que tiene valor a ojos de Dios: el sacrifico que Él mismo ofreció como pago por tus pecados.

Por tanto, uno puede creer que Jesús es el Señor, puede hacer mil y una obras, e irónicamente no creer el Evangelio.

Decía Martyn Lloyd Jones que la mayoría de los cristianos creen que Jesús es el Señor, pero no creen en sus palabras, y eso es dolorosamente cierto.

Pero no he respondido todavía a qué entiende Jesús por hacer la Voluntad de su Padre?

La respuesta está en las palabras mismas del Señor,
40 Y esta es la Voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
Juan 6
Y sobretodo,
28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?

29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.

Juan 6
Evangelio.
La única obra acepta a Dios, es confiar en Su Palabra.

Y Su Palabra es esta, que Jesús fue entregado como pago por nuestros pecados, que con su muerte redimió a su Pueblo, y que resucitó al tercer día como demostración de que su sacrificio había sido aceptado.

Tercera persona.

Hacer la Voluntad del Padre es creer en el sacrificio que Él mismo ha presentado,
21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;

22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,

23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,

24 siendo justificados gratuitamente por su Gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,

25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,

26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

Romanos 3
Como decía antes, mas que enseñar Salvación por obras, este pasaje pone de manifiesto la inutilidad de las obras cuando estas tienen la finalidad de ganar méritos delante de Dios.

El único instrumento de Salvación es confiar en la Palabra de Dios, pues la fe es lo que nos une al Señor, la fe es lo que nos justifica, nos santifica, nos hace aceptos a Dios.

Nuestra única esperanza radica en la vida, muerte y resurrección del Mesías Dios, eso es lo que aprendemos en Mateo 7:21, y eso es lo que no comprende Roma.

Mientras meditáis en todo ello, dad gracias a Dios por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...