Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



domingo, 29 de agosto de 2010

De que Todo Unicitario Debe Entender que Sin Trinidad, No Hay Salvación... (5)


En la entrada anterior hemos visto los absurdos y contradicciones que se desprenden de los errores de negar tanto la divinidad de Jesús como de acentuarla sobremanera, tal como hacen los unicitarios.

Así pues, cómo podríamos resumir brevemente quién era Jesús a alguien que jamás hubiera oido hablar de él, cómo podríamos presentarlo para que quien nos escuche no caiga en uno u otro error?

Bien, podríamos empezar tal como hace Pedro en Hechos 10,
36 Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos.

37 Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan:

38 cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él
.
Pedro deja claro su humanidad, aunque hemos de tener presente que no nos habla de una simple humanidad, pues deja igualmente claro su Señorío.

Al mismo tiempo, el apóstol destaca igualmente la unción del Espíritu de Dios sobre Jesús, la cual le facultó para cumplir su ministerio y sobretodo, Pedro deja claro que la causa de todo ello era que el favor de Dios estaba con Jesús.

Esto es importante pues Pedro no dice, ya conoceis a Jesús de Nazaret el cual hizo el bien y liberó a los oprimidos por el diablo porque era Dios encarnado... al contrario, lo que deja claro es su humanidad y que su poder procedía del Espíritu de Dios que había sido derramado sobre él.

En efecto, si Jesús era Dios encarnado revestido de todo su poder, a qué dar tanta vuelta?

Por qué no decirlo abierta y claramente?

No, Pedro tiene mucho cuidado de dejar claro de entrada la humanidad de Jesús, de especificar que no obstante era el Señor y especialmente de enfatizar que su poder venía del Espíritu Santo que había sido derramado sobre él, pues lo cierra todo destacando que Dios estaba con él.

Ahora bien, qué implicaciones tiene para nosotros saber todo esto?

Enormes, todo esto tiene unas implicaciones enormes.

Jesús es presentado siempre por los apóstoles como nuestro modelo a seguir, no es cierto que se nos repite que debemos andar como él anduvo, que tengamos su mismo sentir, que no apartemos nuestra mirada de él, que le imitemos...?

Ahora bien, si resulta que como sostienen los unicitarios Jesús era Dios encarnado, es justo para con nosotros pobres hombres tener que seguir los pasos del Hombre-Dios?

No, no lo es.

Dios no puede ser tentado y nosotros somos tentados contínuamente...

Dios no puede pecar y nosotros no hay día que no pequemos...

No obstante, los apóstoles no cometen injusticia alguna pues como hemos visto, es perfectamente justo que se nos pida imitar al Jesús trinitario.

En efecto, los apóstoles nos presentan a un Jesús puramente hombre que somete su voluntad a la de Dios de una manera absoluta.

Nos presentan a un Jesús obediente a la autoridad del Espíritu Santo de Dios.

Nos presentan a un Verbo encarnado como hombre que -dejando de lado su Gloria- anda en este mundo como hombre... en el Poder del Espíritu.

Nos presentan a un Jesús simplemente hombre.
Un hombre igual que tú y que yo.
Un hombre cuyo mayor deseo es hacer la Voluntad de Dios, igual que tú y que yo.
Un hombre meramente hombre, un hombre ungido por el Espíritu Santo, igual que tú y que yo.

Nuestro hermano mayor, nuestro modelo.

Nuestro Señor, que vivió su vida como hombre, que fue tentado en todo igual que nosotros, pero -y he aquí lo más importante- que para poder presentar una ofrenda suficientemente válida, no tuvo que pecar jamás.

Y he aquí una de los misterios más maravilloso que nos revela la doctrina de la Trinidad, es decir, Jesús no pecó jamás teniendo simplemente las mismas herramientas que tenemos tú y yo: la Oración y el Espíritu Santo.

Comprender esto magnifica -pues sitúa en su justo lugar- el enorme sacrificio de la vida de Jesús, su lucha constante para no caer en tentación, explica el por qué de su necesidad de orar durante toda la noche... lo glorifica de una manera excepcional.

En cambio, dónde está la Gloria del Jesús unicitario?

Jesús no pecó?

Y qué?
Era Dios, ya sabes, dónde está el mérito de eso?

La doctrina unicitaria no es solo contradictoria y es incapaz de explicar muchísimos aspectos de la vida de Jesús, si no que va mucho más allá pues tal vez, uno de los peores aspectos de dicha doctrina sea que le arrebata gran parte de su Gloria a Jesús pues ningunea toda una vida de sufrimiento por Amor a Dios y a nosotros.

Ahora bien, quién ungido del Espíritu Santo de Dios podría abrazar una doctrina contraria a una de las funciones básicas del Espíritu?

Hmm, todo esto lo desarrollaré en próximas entradas eso sí, mientras meditáis sobre ello, dad gracias a Dios por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...