
Digámosles que por este sacrificio (el de Jesús en la cruz) ellos han sido reconciliados.El Papa León el Magno -el cual vivió en el siglo IV y V de nuestra era- nos habla en este escrito, que la justificación es por fe en el Señor Jesús, no por obras.
¿Quién es Aquel que,Nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fraganteO qué sacrificio fue más santo que aquel que el verdadero Sumo Sacerdote colocó en el altar de la cruz por la inmolación de su propio cuerpo?
Porque aunque a los ojos del Señor, la muerte de Sus santos sea preciosa, no obstante, la sangre de esos inocentes no fue propiciatoria para el mundo.
Los justos recibieron las coronas, no las dieron, y de la perseverancia de su fe se elevan ejemplos de paciencia, no el don de justificación.
Pues sus muertes tuvieron efecto únicamente para ellos, y nadie paga la deuda de ningún otro por su propia muerte.
Solo uno entre los hijos de los hombres, nuestro Señor Jesucristo, destaca como Aquel en quien todos somos crucificados, muertos, sepultados y resucitados de nuevo.
Y de ellos él mismo dijo,Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.La fe verdadera también, la fe que justifica a los transgresores y los hace Justos, es aquella que atrae a Aquel que compartió su misma naturaleza humana y les consigue la Salvación en Él, en quien ningún hombre encuentra culpabilidad.
Papa León el Magno, Carta a los Monjes Palestinos
Al mismo tiempo, refuta la doctrina romana de la capacidad del creyente de colaborar en la justificación de los hermanos muertos que moran el el purgatorio.
Mientras meditáis en todo ello, dad gracias a Dios por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...