Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



jueves, 8 de diciembre de 2011

De Imperativos Asentados en Indicativos...


En más de una ocasión he hablado en este blog que el hecho de que seamos salvos por Gracia, no por obras, implica que no debemos obrar para conseguir nuestra Salvación, sino que por el contrario, debemos centrarnos en actuar de acuerdo a nuestro nuevo estado espiritual.

Esto es justo lo que nos dice Pablo en los primeros versículos de Romanos 6,
1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?
2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la Gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.
En efecto, la Santificación del cristiano podría resumirse con la siguiente máxima: Sé quien eres.

Confías de que Jesús fue el pago por tus pecados?
Eres Nueva Criatura?
Te has arrepentido de verdad de tus pecados?
Amas a Dios sobre todas las cosas?

Si es así... actúa en consecuencia.

A menudo a nivel teológico, se habla de los indicativos y los imperativos en la Palabra, y de cómo éstos afectan la vida del creyente.

En efecto, el modo inicativo nos habla básicamente de un hecho cumplido, Sois salvos por Gracia, mientras que el modo imperativo nos insta a seguir una directiva, Amáos los unos a los otros.

Los indicativos nos dicen quiénes somos, y los imperativos el modo que hemos de vivir en consecuencia.
Sin embargo, las ramas arminianas, confunden el orden establecido por Dios, transformando los imperativos en medios para alcanzar los indicativos.

Por tanto, el ortodoxo griego intentará toda su vida acumular méritos con el fin de alcanzar una justificación que Dios le ha concedido por Gracia mediante su fe, no mediante sus obras.

Sin embargo, en la Palabra vemos contínuamente cómo los imperativos están anclados en los indicativos.
9 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,
Colosenses 3:9
La causa es el haberse despojado del viejo hombre, y el efecto es el no mentirse los unos a los otros.
32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Efesios 4:32
La causa es el haber sido perdonado por Dios mediante Jesús, el efecto una vida en bondad, misericordia y perdón.
13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Colosenses 3:12
La causa es el hecho de haber sido perdonados, y el efecto es la necesidad de perdonarnos entre nosotros.

Exacto, por eso el Señor nos dijo que hemos de perdonar hasta setenta veces siete, o sea, siempre, porque la redención del creyente trae aparejada consigo la naturaleza del Redentor.

Sigamos.
Si nos fijamos bien, en todas sus cartas, Pablo introduce siempre el indicativo, para inmediatamente después establecer los imperativos, por la sencilla razón de que nunca podremos obedecer sin estar asentados sobre lo único que nos capacita: la certeza en fe de lo que Dios ha hecho por nosotros.

En efecto, el Evangelio no solo justifica sino que santifica, pues nuestra obediencia hunde sus raíces en la obra de Dios por nosotros.

Cuando nos sentimos frustrados porque hemos caído en pecado, o nuestras obras no son lo excelentes que habríamos querido, hemos de recordar que aquello que nos faculta para arrodillarnos y pedir perdón y Gracia a Dios, no es lo que nosotros hemos hecho, hacemos o podamos llegar a hacer, sino lo que Dios hizo por nosotros en Jesús.

Esa es nuestra fe, la obra de Jesús en nuestro lugar, no nuestro andar diario, de ahí que los apóstoles nos instaran a poner siempre la vista en Cristo Jesús.

En la Palabra todo imperativo estará siempre asentado en los indicativos pues estos a su vez se asientan sobre el indicativo por excelencia: Jesús hombre -el Mesías Dios- es nuestro Redentor.

Cuando olvidamos esto, cuando olvidamos que no hemos de buscar Gracia sino actuar en consecuencia por y con la Gracia recibida, es cuando nos centramos únicamente en los imperativos y degeneramos en un fariseísmo que honra con los labios pero no con el corazón.

Mientras meditáis en todo esto, dad las gracias a Dios nuestro Padre por todo en el Nombre de nuestro Señor y Redentor Jesucristo...