Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



jueves, 15 de noviembre de 2012

De la Doctrina de los Nicolaítas Según San Eusebio...

En su Historia Eclesiástica, San Eusebio escribió lo siguiente respecto a los nicolaítas mencionados en Apocalipsis 2:6.
XXIX 1. Por aquel entonces se consolidó también la herejía de los nicolaítas, pero duró muy poco tiempo. Ésta también se menciona en el Apocalipsis de Juan. Ellos afirmaban que Nicolás era uno de los diáconos que, junto con Esteban, habían sido encargados por los apóstoles del cuidado de los pobres. Clemente de Alejandría relata lo siguiente en el libro III de sus Stromateis:

2. «Dicen que tenía una mujer encantadora y que, después de la ascensión del Salvador, acusándole los apóstoles de ser celoso, la puso en medio y le concedió unirse con quien lo quisiera. Pues dicen que aquel hecho estaba de acuerdo con este dicho: "Es preciso abusar de la carne." Así, siguiendo lo que tuvo lugar y lo que se dijo con simpleza y sin previo examen razonado, se prostituyen sin ningún pudor los que participan de esta herejía.

3. »No obstante, me consta que Nicolás no tuvo relación íntima con ninguna mujer con la excepción de con la que se había casado, y además de sus hijos, las hijas envejecieron vírgenes y el hijo se conservó puro.

»De esta forma su acción de poner a su esposa de la que estaba celoso en el medio de los apóstoles fue una expulsión de la pasión, y la continencia de los placeres más perseguidos enseñaba a "abusar de la carne". Porque creo que, de acuerdo con la insstrucción del Salvador, "no quería servir a dos señores": el placer y el Señor.

4. »Dicen que también Matías enseñaba lo mismo, es decir, luchar contra la carne y abusar de ella sin concederle nada de placer, y hacer crecer el alma con la fe y el conocimiento». Sea, pues, esto suficiente acerca de los que, a pesar de encargarse de pervertir la verdad, lo hacen con más rapidez de lo que se tarda en decirlo.

San Eusebio, Historia Eclesiástica, Libro III, Cap.XXIX