Que en parte conozcamos y en parte profeticemos, explica por qué sólo en parte amamos, pues aunque nuestra alma ha sido redimida, nuestro cuerpo todavía no.
El Espíritu está dispuesto, pero la carne... ah, eso es otra cosa.
Con nuestra visión finita miramos al Infinito, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Y a la sombra de ese madero, el amor que todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta le dice al monte que es mi orgullo: Pásate de aquí allá, y se pasa; porque nada es imposible.
En parte conozco y en parte amo, porque aún tengo muchas cosas que aprender, pero sabes?
Todavía no las puedo sobrellevar...