Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



sábado, 12 de febrero de 2011

De Romanos 10:9, o de qué Tipo de Confesión Estamos Hablando...?


Contradice la cita del título,
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
A uno de los versículos más repetidos por los reformados?
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
La verdad es que no, una vez analizado qué quiere decir Romanos 10:9.


Vamos pa'llá!

El contexto inmediato de Romanos 10 intenta responder a la siguiente pregunta, cómo es que Israel rechazaba a Jesús, si resulta que éste era el cumplimiento mesiánico profetizado?

Una de las razones que Pablo da es que Israel rechazó a Jesús porque él reveló la verdadera dimensión de la Ley.

Israel había errado en su manera de encarar la Ley, de ahí que rechazaran a aquel que la cumplía, tal como ésta debía ser cumplida,
31 mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó.

32 ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley
,
El sino como es tremendamente revelador.

Con ello Pablo deja claro que la única manera de alcanzar la justicia de Dios, es mediante la fe, la confianza en la Misericordia de Dios.

En efecto, qué debería haber hecho todo israelita ante la enormidad de la Ley, ante la cantidad ingente de reglamentos de imposible cumplimiento, ante las advertencias de maldición en caso de su violación?

Haberle confesado a Dios su debilidad, su incapacidad de cumplir las exigencias de Dios por un lado, y haber rogado a Dios por Su Misericordia por el otro...

Cómo respondió Israel a la Ley?
Mediante el legalismo, pues no solo intentó cumplir las leyes de Dios, sino que creó una serie de reglamentaciones anexas, ya sabes, la mal llamada Ley oral.

Cuando un nuevo bebito en Cristo, es consciente de las exigencias del Camino angosto a través del cual hemos de seguir al Mesías, queda abrumado.

El bebito quiere a Dios, quiere cumplir la Ley de Cristo de todo corazón, quiere tener -nada más nacer- una santidad y autocotrol propio de alguien que lleva décadas en el Evangelio... pero cae contínuamente.

Y se frustra.

Por tanto, siempre hemos de decirle lo siguiente a los hermanos que acaban de nacer de nuevo para Dios: uno solo puede acercarse al Señor en Espíritu y en Verdad, por tanto, sé sincero con Dios, no hagas como el antiguo Israel.

Dile a Dios la verdad, que le amas y que quieres cumplir la Ley de Cristo pero que eres incapaz de hacerlo, pues a la mínima caes, y caes, y vuelves a caer para tu desánimo.

Aprende de Abraham, apela simplemente a la Misericordia de Dios, no a tus capacidades o fuerzas, y pídele al Señor que por favor te dé Gracia, pues de no ser así, nunca podrías andar como Jesús anduvo.

Parece algo sencillo de hacer, pero pocos lo hacen, pues es necesario una buena cantidad de humildad para realizar lo que acabo de describir.

Israel no lo hizo, y muchos cristianos tardan décadas en hacerlo.

Pero volvamos a donde estábamos.
Decía que la Ley fue entregada para evidenciar el pecado en el ser humano, fue entregada para que el hombre -una vez consciente de su impureza y maldad- comprendiera que la única salida era rogar a Dios por Su Misericordia, rogar por Su Gracia.

Esto es lo que nos enseñó Jesús, no confíes en la justicia que viene de las obras, de tus propias fuerzas y reglamentaciones de aparente santidad, confiésale a Dios tu incapacidad, y apela a la Misercordia y Gracia de Dios.

Esta manera de entender la Ley fue abiertamente rechazada por los estamentos sacerdotales y religiosos de la época, por eso Pablo nos dice que Israel tropezó en la piedra de tropiezo, es decir, tropezaron en Jesús porque habían tropezado en el significado de la Ley, en su intención última.

Por consiguiente, cuando ya en Romanos 10, Pablo nos dice que, porque el fin de la ley es Cristo, no está diciendo que Jesús haya abolido la Ley, sino que es precisamente su cumplimiento.

Ahora bien, qué tiene que ver todo lo que acabo de decir con el contexto inmediato de Romanos 10:9?

Leamos dicho contexto,
5 Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.

6 Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo);

7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos).

8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón.(B) Esta es la palabra de fe que predicamos:

9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
Un análisis superficial de este pasaje vería un contraste entre las justicias que aparecen en los versículos 5º y 6º,
5 Porque de la justicia que es por la ley, Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.

6 Pero la justicia que es por la fe dice así...
Pero por qué sabemos que no es así?

Porque Pablo nos acaba de decir que la justicia de Dios no es por obras de la Ley, y sobretodo porque, el pasaje que escoje Pablo para apoyar que la justicia de Dios es por fe, está tomado de la Ley mosaica, el Deuteronomio 30:11-14.

Lo que Pablo está haciendo es corroborar que el Cristo es el fin y cumplimiento de la Ley, ya sabes, la misma aseveración que leemos en Romanos 10:4,
4 porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
La justicia que exige la Ley, es la justicia de la fe, la justicia que exige la Ley es la que Jesús ofrece, y ambas se obtienen de la misma manera: por fe.

Tan sencillo y tan complejo como esto...

Ahora bien, si resulta que la Ley es de imposible cumplimiento, por qué dice Moisés que, Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos...?

Porque es Dios mismo quien capacitará al hombre a cumplir Su Ley.
6 Y circuncidará YHWH tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a YHWH tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.
Deuteronomio 30
Moisés es perfectamente consciente que sin la iniciativa de Dios, es imposible cumplir Su Ley,
4 Pero hasta hoy YHWH no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír.
Deuteronomio 29
En otras palabras, lo que Pablo nos dice es que para nosotros, los de la fe, el cumplimiento de la Ley de Dios no es difícil de lograr, pues Dios nos ha capacitado para ello.

No porque seamos mejores que nadie, ni porque tengamos unas cejas más perfiladas, sino simple y llanamente porque Dios nos ha capacitado para ello.

Por eso Juan nos dice que, y sus mandamientos no son gravosos, porque Dios nos ha facultado para resistir las tentaciones y andar como Cristo anduvo, de manera que nadie que se llama cristiano, puede ser considerado como tal si vive una vida practicando el pecado por mucho que se haga llamar, pastor, papa o apóstol...

Por tanto, esta es la razón por la que Pablo ve Deuteronomio 30:11-14, como un anuncio de la justicia de Dios que es por fe.

Por eso en Romanos 10:6-8, Pablo nos dice que dado que la Ley enseña que la justicia que conduce a Vida no puede ser alcanzada por esfuerzos humanos sino confiando en la Misericordia de Dios para nosotros y en nosotros, entonces, todo los creyentes a los que va dirigida la epístola, deberían ver esto como un anuncio del Cristo.

Para Pablo la justicia de Deuteronomio 30:11-14 que dice, confío en la Misericordia de Dios para que circuncide mi corazón, y para que así pueda amarle como debo hacerlo, es la misma justicia que dice confío en el trabajo de Cristo, en sus promesas...

Pablo nos dice que la palabra de fe que predicamos, es aquella que Dios pone en nuestra boca y corazón, es aquella fruto de la obra de Dios en nosotros, de nuestra regeneración, de nuestro nuevo nacimiento.

En efecto, por tanto, la confesión que leemos en Romanos 10:9, no tiene nada que ver con la que Jesús condena en Mateo 7:21-23.

La primera es fruto del trabajo, de la Misericordia de Dios en el hombre, la segunda es una manifestación vacía, carente de autenticidad, huera.

Por tanto, cuando en Romanos 10:9 leemos,
9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Hemos de entender que Pablo no nos está hablando de una declaración de fe -sin fe- en la resurrección de Jesús, ya sabes, la misma profesión de fe que proclaman la mayoría de las personas que se llaman a sí mismos cristianos, lo que Pablo está diciendo es que Dios ha cumplido en nosotros Sus promesas, que Dios ha tomado de nuevo la iniciativa.

En efecto, Pablo nos dice que la Salvación no consiste en tener que subir al Cielo o descender al abismo para traer al Cristo, es decir, no consiste en esfuerzos humanos, Pablo nos dice que la Salvación la tenemos en nuestros corazones circuncidados, y la evidencia de haber sido objeto de dicha circuncisión es que afirmamos que Jesús es el Señor y sobretodo que creemos de todo corazón que Dios le levantó de los muertos.

Pablo no quiere que nos sintamos abrumados por la quimera de tener que conseguir la Salvación por nuestros propios medios tal y como buscaba hacer Israel, quiere que seamos conscientes del significado de la resurrección de Jesús, pues creer en ella de todo corazón -y una verdadera fe implica una vida transformada en amor a Dios, pues los demonios también creen, tiemblan y siguen odiando a Dios- es la prueba de nuestra resurrección futura, de nuestra Salvación, de haber sido objeto de la Gracia de Dios.

Mientras meditais en todo esto, dad gracias a Dios por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...