Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



miércoles, 29 de septiembre de 2010

De Romanos 2:25-29 (2)


La entrada anterior la concluí hablando de la circuncisión del corazón la cual es no en letra si no en Espíritu.

Qué significa esto?

Que los judíos habían experimentado la Ley a nivel externo (en letra), pero no a nivel interno (en Espíritu).

Y esto no salva a nadie pues uno solo puede cumplir la Ley estando en Cristo, es decir, poniendo su fe en el trabajo de Jesús.

En efecto, solo entonces a uno se le imputa la justicia -la vida sin pecado de perfecta observancia de la Ley- que Jesús trabajó toda su vida.

Dios ya nos prometió el cumplimiento de la Ley cuando profetizó el envío de Su Espíritu,
19 Y les daré un corazón, y un Espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne,

20 para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y les sea Yo a ellos por Dios, y ellos a Mí por pueblo.

Ezekiel 11:19-20
De este modo cuando leemos en Romanos 2:26,
26 Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión?
Hemos de tener el mente al cristiano gentil que ha recibido el Espíritu y ha dejado de ver a la Ley como la letra que mata...

Es decir poder cumplir la Ley es otro de los dones del Espíritu.

Cumplir los requisitos de la Ley es confiar en la Gracia de Dios y vivir de modo que se evidencie dicha confianza mediante el poder interno del Espíritu Santo del Señor.

Esto es lo que nos dice Pablo en Romanos 8:3-4,
3 Porque lo que era imposible para la Ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;

4 para que la justicia de la Ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Ahá.

Jesús cumplió la Ley por nosotros y ahora está en nosotros para que podamos cumplir la Ley en él por el Espíritu.

Por tanto, lo que Romanos 2:26 nos está diciendo es que a pesar de ser gentiles no circuncisos, cuando ponemos nuestra fe en Jesús, cumplimos la Ley y somos contados por Dios como verdaderos judíos observantes de la Ley.

Sin mancha.

Sin pecado.

Perfectos porque estamos en aquel que la cumplió por nosotros.

Jesús.

Y la evidencia de dicho cumplimiento es el Espíritu que mora en nosotros el cual nos capacita el cumplir la Ley moral de Dios día tras día para mayor Gloria de Dios.

En efecto, Romanos 2:26 nos dice justo lo mismo que leemos en 1 Corintios 7:19,
19 La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios.
Y que los gentiles formamos parte de Israel, que somos integrados en las promesas de Dios, lo repite Pablo en más de una ocasión, observad,
11 Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne.

12 En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.

13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.

Efesios 2
Así pues, quiénes son los judíos que no son contados por Dios como judíos?

Los que no tienen fe en Jesús y no pueden acceder -por tanto- a los beneficios que se articulan de estar en Cristo.

Y esto es justo lo que leemos en los últimos versículos del fragmento que estamos analizando en estas entradas,
28 Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;

29 sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en Espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.
En otras palabras, lo que te hace judío es el observar la Ley no en lo exterior, si no en el interior, en el corazón, lo cual solo puede hacerse por fe, por fe auténtica, la que viene de lo alto, no la que es fruto de tradiciones, miedos, intereses...

No se trata de hacer la buena obra que demanda la Ley de Cristo para buscar la palmadita en el hombros de los hermanos, se trata de hacer esas buenas obras desde un Espíritu de servicio, sin que nadie salvo Dios lo sepa, y darle todo el reconocimiento del fruto que uno da al Señor, pues gracias a él somos lo que somos.

Uno solo cumple la Ley si está en Cristo, porque cuando uno está posicionalmente en Cristo, la fe que le sustenta ha circuncidado su corazón de lo carnal, es una nueva criatura y ya puede vivir de acuerdo a su nueva naturaleza.

Y dicha circuncisión, es el cumplimiento de la promesa de Dios,
6 Y circuncidará el Señor tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.
Deuteronomio 30
Esta circuncisión solo puede tener lugar mediante la acción del Espíritu por la Misericordia de Dios.

Sin Espíritu de por medio, estás muerto.

Porque o rechazas la Ley abiertamente o intentas cumplirla mediante tus fuerzas... lo cual es imposible.

En cambio mediante la acción del Espíritu, circuncidamos nuestro corazón al despojarlo de la naturaleza carnal en la cruz, la Ley de Dios queda impresa en nuestro corazón, lo cual nos capacita para andar de todo corazón como Jesús anduvo para alabanza de Dios Padre que nos concedió la Gracia del Nuevo Pacto en la sangre de Su Hijo.

Así pues, es importante ser contado como judío a ojos de Dios, pues todas las bendiciones de Dios a la humanidad pasan por la raiz del Olivo que -por Gracia- sustenta a judíos y gentiles por igual, y esta raiz es la promesa que Dios le hizo a Abraham, a Jacob y a Isaac, pues no en vano Jesús nos dijo que la Salvación viene de los judíos.

Por todas estas y por otras muchas razones que no he explicado y que por falta de tiempo explicaré más adelante si Dios quiere, es por lo que los cristianos debemos advertir a todo hermano que no diga mensajes antijudíos.

Mientras meditais en todo esto, dad gracias a Dios por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...


viernes, 24 de septiembre de 2010

De Romanos 2:25-29 (1)

Escuchar comentarios antijudíos por parte de alguien que se declara cristiano siempre me ha hecho levantar las orejas...

Por qué?
Entre otras cosas por todo aquello que aprendemos de Romanos 2:25-29,
25 Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión.

26 Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión?

27 Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión eres transgresor de la ley.

28 Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;

29 sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en Espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios
.
En efecto, una de las cosas que claramente leemos en estos versículos es que Dios nos contará a nosotros gentiles, como parte de Su pueblo -es decir, como judíos- siempre que cumplamos la Ley.

Fijaos cómo se nos dice esto en el versículo 26,
26 Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la Ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión?
De entrada, un versículo así impacta frontalmente en la mente de todo cristiano.

En efecto, sabemos que los judíos -al igual que los gentiles- están bajo pecado y por tanto, al igual que el resto, necesitan tener fe en Jesús para ser salvos.
9 ¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado que tanto judíos como gentiles están todos bajo pecado.
Romanos 3:9
Ahora bien, si ellos están tan perdidos como nosotros, qué sacamos de formar parte del pueblo judío?

Hmm, y qué hay de la Ley?
Después de todo lo que nos dice Pablo sobre la justificación,
28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la Ley.
Romanos 3:28
...ahora resulta que hemos de cumplir la Ley?

Que no cunda el pánico que todo tiene una explicación si analizamos el contexto.

Vayamos poco a poco,
25 Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión.

26 Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión?
Lo que Pablo nos está diciendo aquí es que las marcas exteriores -como la circuncisión- no tienen valor alguno si el circunciso lleva una vida de espaldas a la Ley de Dios.

En otras palabras, si rechazas la Voluntad de Dios, qué más da el resto?

No hay nada externo que logre hacerte estar en paz con Dios.

No importa que vayas a la iglesia cada dos por tres, ni que digas Bendiciones! como un lorito, ni que prometas que orarás por todo el mundo, ni que ayudes a alguien cuando todos los demás te están mirando... si vives como un hipócrita, nada de eso conseguirá que estés en paz con Dios.

En efecto, y hablaba antes de contexto porque lo que Pablo nos está diciendo desde versículos atrás es que los judíos no estaban enseñando el verdadero significado de la Ley, observad:
17 He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la Ley, y te glorías en Dios,

18 y conoces su Voluntad, e instruido por la Ley apruebas lo mejor,

19 y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas,

20 instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la Ley la forma de la ciencia y de la verdad.

21 Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas?

22 Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio?

23 Tú que te jactas de la Ley, ¿con infracción de la Ley deshonras a Dios?

24 Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.
Y contra esto ya nos advirtió el Señor Jesús.

La Ley no son una serie de reglas hueras, es Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.

Todo lo que salga de ahí es deshonrar a Dios, manchar Su Nombre delante de los incrédulos y estar en pecado.

Cómo se relaciona esto con el versículo 26?
26 Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión?
Hmm, de una manera muy directa, pues si incumplir la Ley significa que tus marcas exteriores (circuncisión, ir a la iglesia, etc...) no cuentan para nada, entonces es fácil ver que lo que cuenta es lo interior, la obediencia a Dios que se desprende de la fe y el Amor a Dios.

Por tanto, si lo que realmente cuenta para Dios es adorar a Dios en Espíritu y en Verdad, entonces el verdadero judío -aquel que realmente forma parte del pueblo de Dios- es quien observa la Ley de este modo: con fe.

Pablo quería hacer entender esto a los judíos, pues quien cree que está sano jamás irá al médico.

Esta es la respuesta a la primera pregunta que planteé, es decir, Pero si ellos están tan perdidos como nosotros, qué sacamos de formar parte del pueblo de Dios?

O sea, no es que nosotros gentiles formemos ahora parte de un pueblo que está tan necesitado de Salvación como lo estábamos nosotros, pues no hemos logrado nada, lo que estamos haciendo es definir qué es ser judío y qué es ser pueblo de Dios.

En otras palabras, forma parte del pueblo de Dios, es verdadero judío el que cumple la Ley -amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo- mediante la fe que proporciona el Espíritu.
29 sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.
En efecto, pues sin fe es imposible agradar a Dios ya que es la única manera de que se nos impute la justicia de Jesús y se nos perdonen los pecados.

Ahora bien, también pregunté que a cómo es que ahora hemos de cumplir la Ley?
26 Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión?
Contradice esto el versículo donde claramente se afirma que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley?

En absoluto.

Recordemos lo que nos está diciendo el versículo 26, es decir, que si eres gentil pero cumples la Ley del modo que debe cumplirse -en Espíritu y en Verdad- eres contado como judío, como miembro del pueblo de Dios.

Y no obstante, si eres judío pero no observas la Ley como debe observarse -en Espíritu y en Verdad- no formas parte del pueblo de Dios.

Qué circuncisión es la que cuenta?

La del corazón.

Pablo nos habla de la necesidad de un cambio interior, no de una marca exterior.

Esto lo vemos en el versículo 29 cuando nos dice es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en Espíritu, no en letra.

Ahora bien, cuándo circuncidamos el corazón los creyentes?

Cuando ponemos nuestra fe -fe auténtica, la que viene dada de lo alto- en el trabajo redentor de Jesús,
11 En él (Jesús) también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;

12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.

Colosenses 2
Cuando ponemos nuestra fe en Jesús, nuestra carne, nuestro pecado, nuestro viejo Yo queda clavado en la cruz, es decir, echamos de nosotros el cuerpo pecaminoso carnal que éramos antes de estar en Cristo.

Cómo podemos estar En Cristo?

Por fe.

La fe nos permite estar unidos a Jesús, lo cual implica que hemos sido crucificados, sepultados, vivificados, levantados de los muertos, y entronizados con Cristo.

Y todo de golpe... y mediante la fe que proporciona el Espíritu.

Pero como son muchas ideas las que he tratado en esta entrada, lo dejaré aquí por el momento.

Mientras tanto, dad gracias a Dios por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...


jueves, 23 de septiembre de 2010

De Romanos 4:6-8 (2)

La anterior entrada, la concluí hablando sobre la Justificación.

Ahora bien, por qué razón encontramos a Pablo tan entusiasmado en estos versículos?

Por la sencilla razón de que la justificación -ser declarado Justo, es decir, sin mancha, delante de Dios- no es algo que se obtiene por nuestras obras si no por nuestra fe.

De eso va todo el capítulo 4º de la epístola a los Romanos, es decir, de explicar que nuestros pecados fueron imputados a Jesús, y de anunciar que la justicia de Jesús -la vida sin pecado de acuerdo a una estricta obediencia de la Ley de Dios que trabajó el Señor toda su vida- se nos imputa a nosotros.

Recordáis lo que dije de que en la cruz se produce una transferencia de justicias?

Pues eso.

Pero decía que Pablo aparece exultante porque la justicia de Dios se recibe por fe, no por obras.
6 Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras,
El punto sobre el cual Pablo quiere que nos fijemos y nos alegremos con él es en Dios atribuye justicia sin obras.

Dios -al final de nuestros días- no nos pesa en una balanza para ver si el platillo de las buenas obras pesa más que el de los pecados.

La Santidad de Dios no permite que ninguna alma impura pueda tener comunión con Él, de ahí que la vida eterna -comunión con Dios- solo pueda estar al alcance de una alma pura.

No importa que una persona apenas haya pecado a lo largo de su vida, un solo pecado mancha nuestras almas lo suficiente como para estar destituidos de la Gloria de Dios por toda la eternidad.

Y si no que se lo pregunten a Adán y Eva.

Por tanto, lo que el hombre necesita es una justicia perfecta.

Dicha justicia es la que nos provee el Señor Jesús, pues eso es lo que trabajó -tras toda una vida de sufrimientos y superación de tentaciones- nuestro Señor.

Esto es lo que Pablo nos está diciendo, es decir, que para ser salvos no hemos de hacer una cantidad infinita de buenas obras, pues el hombre no puede evitar pecar, lo que nos está diciendo es que la justicia se obtiene aparte de las obras.

Estas -las buenas obras- vienen como consecuencia de haber sido declarado Justo, pero lo que nos tiene que quedar claro es que no hay suficiente cantidad de buenas obras que le permitan al ser humano ameritar estar en comunión con Dios por toda la eternidad.

Pero fijaos en las palabras del versículo 6º, Como también David habla...

A qué se refiere Pablo?
Al Salmo 32 que cita en el versículo 5º, mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia, el cual se relaciona directamente con el 6º,
Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras,
En este versículo -el 5º- nos encontramos algunas evidencias de que la justicia se obtiene sin obras de por medio.

Lo vemos en las palabras "mas al que no obra", en "que justifica al impío", y en "su fe le es contada por justicia".

Son especialmente significactivas las palabras "justifica al impío" pues sabemos que nadie sin fe puede agradar a Dios, nadie sin fe puede hacer ninguna obra que sea meritoria delante de Dios y sin embargo, tan pronto ese alguien recibe el don de la fe, se produce su justificación al instante: "su fe le es contada por justicia".

No fe más obras u obras sin fe, simple y llanamente Fe, es decir, uno es declarado Justo delante de Dios por Fe.

Esta es la razón por la que Pablo está tan alegre, por la esencia misma del Evangelio, es decir, que tenemos paz para con Dios al ser justificados por fe.

Sin embargo, Pablo hace algo un tanto inesperado en los versículos que van del 6º al 8º.
Hasta el momento Pablo se había limitado a describir justificación como la aplicación de la justicia de Dios en nosotros, no obstante, ahora añade a eso el no reconocimiento de nuestros pecados.

La justicia de Dios se nos imputa a nosotros... mientras que nuestros pecados son perdonados, es decir, no se nos imputan más, pues son cargados por Jesús.

Una cosa va agarrada de la mano de la otra.

Imposibles de separar, y ambas el Evangelio.

Debemos recibir la justicia de Dios del mismo modo que nos deshacemos de nuestra injusticia, aunque lo sorprendente es que el hecho de que Dios no nos tenga en cuenta nuestro pecado, está directamente relacionado con la acreditación de Su justicia a nosotros.

Leamos el versículo 6 para ver esto,
6 Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras,
Pablo está citando el Salmo 32 como he mencionado antes, no obstante, el salmo no dice que Dios nos acredita justicia, sino que no nos acredita nuestro pecado.
1 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.

2 Bienaventurado el hombre a quien Yahvé no culpa de iniquidad,
Y sin embargo, qué leemos en los versículos 7º y 8º?
7 diciendo:
Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas,
Y cuyos pecados son cubiertos.

8 Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.
El verbo de esta última frase el Señor no inculpa de pecado cae en el mismo campo semántico que los verbos atribuye, contar que vemos en los versículos 3º, 4º, 5º y 6º.

Por tanto, el versículo 8º nos dice Bienaventurado el varón a quien el Señor no cuenta, acredita e inculpa su pecado.

Fijaos en la conexión de los versículos 6º y 8º pleeze,
6 Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras,

[...]

8 Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado
.
De esta conexión aprendemos que la justificación no es o la imputación de la justicia de Dios en nosotros, o el perdón de los pecados, sino que una cosa es indivisible de la otra...

Y ambas se obtienen sin obras de por medio, 6 Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras.

Pero qué le hace pensar a Pablo que en el Salmo 32 se nos perdonan los pecados y que la justicia se nos imputa sin obras de por medio?

El versículo décimo del Salmo nos da la respuesta,
10 Muchas son las calamidades de los malvados,
pero el gran amor del Señor
envuelve a los que en Él confían
.
Nos encontramos ante un contraste, los malvados y los que confían, es decir, lo opuesto de ser malvado es confiar en Dios.

En otras palabras, la justicia de la que nos hablaba el samista en el versículo 1º es la de la fe.

O sea, que acabamos donde empezamos, es decir, poniendo nuestro punto de mira en el Evangelio como la auténtica Bienaventuranza.

Bienaventurado cuando Dios te imputa la justicia de Jesús en ti, bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado, bienaventurado el hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, bienaventurado cuando te das cuenta que todo esto es porque amas a Dios y confías en Jesús más que en ti mismo...

Bienaventurado.

Bienaventurado.

Bienaventurado.

Bienaventurado porque el hecho de que nuestra justicia no sea por obras, nos da una seguridad y tranquilidad enorme.

Nuestra justicia depende de Dios, y hay algo más seguro que eso?

Si dependiera de mi obrar estaría aterrado y desanimado, pues en el fondo de mi corazón sabría que el fracaso caería sobre mi cráneo tarde o temprano.

Pero la alegría de Pablo es perfectamente comprensible, pues el hecho de que nuestra Salvación sea una Gracia de Dios, es la mejor de las garantías.

Mientras meditais sobre ello, dad gracias a Dios en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...


martes, 21 de septiembre de 2010

De Romanos 4:6-8 (1)


La elección del análisis de estos versículos surgió a raiz de una conversación con mi amiga y hermana Viviana, la autora del blog El Único Dios Verdadero.

Ambos estamos de acuerdo que Dios nos santifica mediante el sufrimiento, ahora bien, no debemos confundir lo que para nosotros es un mal con lo que para Dios es un Mal.

Si para avanzar en Santidad, tuvimos que comer hierba... todas y cada uno de las briznas que pasaron a nuestro estómago fueron el mayor Bien posible.

Empecemos con Romanos 4:6-8,
6 Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras,

7 diciendo:
Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas,
Y cuyos pecados son cubiertos.

8 Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado
.
De qué nos hablan estos versículos?

Del Evangelio.

Evangelio significa literalmente Buena nueva, y esas buenas nuevas son las bendiciones, las bienaventuranzas que leemos en los versículos 6º y 7º.

Remarco esto porque uno puede ser bienaventurado en las circunstancias más difíciles.
En efecto, no es uno bienaventurado cuando le insultan o denigran por predicar el Nombre de Cristo, por muy dura y humillante que sea la experiencia...?

Bienaventurado no significa estar libre de problemas, o angustias, lo que significa es que la relación que tienes con Dios es la mejor que un hombre puede tener.

Por tanto, no saques esto de tu corazón ni de tu alma, átatelo como señal en tu mano, y haz que sea por frontales entre tus ojos mientras lees esta entradita.

Si recuerdas lo que vimos en la entrada sobre Romanos 1:16-17, sabrás que esos versículos resumen toda la carta a los romanos,
16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.

17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá
.
El Evangelio son las buenas nuevas de Salvación de todo aquello que Pablo nos ha estado describiendo en los capítulos 1º, 2º y 3º, es decir, Salvación de la condena -eterna separación de Dios- que forzosamente se desprende de nuestro pecado.

Y cómo puede uno librarse de caer en las manos del Dios vivo?

Mediante la fe,
17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
El Evangelio nos salva porque es la buena nueva de que la justicia de Dios se revela para ser recibida por fe.

Ok, pero cómo funciona esto?

Bien, de eso nos habla Pablo en Romanos 4:6-8.

El hombre necesita ser declarado como Justo para poder evitar la condena de la Ley, de la Justícia de Dios, no obstante, no hay hombre que pueda evitar pecar.

Haz la prueba.

Aquello que el hombre necesita -Justicia, una alma libre de pecado- es aquello que Dios exige para tener comunión con Él por toda la eternidad, mientras que aquello que el hombre tiene -el pecado- es aquello que Dios aborrece.

Estamos en un callejón sin salida?

Nop, estamos delante de la cruz.

Porque la respuesta a esa aparente encrucijada es Jesucristo nuestro Señor, el cual nos amó y dio su vida por nosotros.

Jesús, que llevó una vida de perfecta observancia de la Ley de Dios en el poder del Espíritu, aceptó -como el Cordero de Dios que era- recibir en él, el castigo que nos habría correspondido a nosotros.

La justicia de Dios permanece perfecta -nuestro pecado recibe el castigo que la Ley exige- mientras que a nosotros, mediante la fe, se nos imputa la justicia de Jesús, es decir, la vida sin pecado de obediencia a la Ley de Dios que el Señor vivió.

En la cruz se produce una transferencia de justicias.

Nuestro pecado en Jesús.

Su justicia en nosotros.

Toda la Salvación pertenece a Dios de principio a fin, de ahí que digamos que ésta es una Gracia, es decir, un favor inmerecido.
De ahí que digamos que no tenemos nada de que enorgullecernos, pues nuestra justicia es en realidad la que trabajó Jesús toda su vida, y el hecho de que nos libremos de nuestro castigo, es porque éste lo recibió el Señor Jesús.

Esto es lo que hace que el Evangelio sea un anuncio, una Buena Nueva de lo que Dios ha hecho por Su pueblo.

Un anuncio, no una serie de reglas que seguir para ser salvo.

El Evangelio es Dios ha hecho esto por ti, reconcíliate con Dios y recibirás esta Gracia.

Pero para variar divago.

Por lo anteriormente expuesto, no debemos nunca separar la justicia del Cristo de la de Dios pues la justicia de Dios se reveló en la perfecta obediencia hasta la muerte, y muerte de cruz, de Jesús.

Por consiguiente, la justicia del Cristo es la justicia de Dios manifestada a los hombres; de esto se coligue que estar en Cristo es estar en la justicia de Dios, estar en paz con Dios, es decir: ser bienaventurado.

En efecto, como hemos visto, la Bienaventuranza es que en la cruz ha habido una transferencia de justicias, o sea, que a Jesús se le imputan nuestros pecados, que carga con ellos, y que a nosotros se nos imputa su vida de santidad, su justicia.

Y esto último es lo que Pablo llama Justificación.

Ok, de momento lo dejo aquí para que todo el mundo compruebe lo explicado en sus Biblias, mientras escribo una segunda parte.

Mientras tanto, dad gracias a Dios Padre por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucrito...


domingo, 19 de septiembre de 2010

Que Baje Dios y lo Vea (1)

Leo en el blog La Ciencia y Sus Demonios la siguiente entrada:
Para mí no hay una diferencia real entre una adivina, una galleta de la fortuna o cualquiera de las religiones organizadas.
Todas son igualmente válidas. Todas son igualmente útiles
Woody Allen en una entrevista en The New York Times
Tiene razón en lo que dice, para él no hay diferencia entre una cosa y la otra…

Si esto no es un ejemplo de lo que es un hombre natural, que baje Dios y lo vea.
14 Porque el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque estas se han de discernir con una luz que él no tiene.
1 Corintios 2:14

Pd:
Pst, pst... y si esto no es un ejemplo de lo que es un tiro por la culata que baje Dios y lo vea, lol!


De que Todo Unicitario Debe Entender que Sin Trinidad, No Hay Salvación... (8)

En la entrada anterior he hablado sucintamente de que mientras que una de las funciones del Hijo no era la de buscar su propia Gloria si no la de Dios el Padre, una de las funciones del Espíritu Santo no es la de buscar Su propia Gloria si no la de Dios el Hijo, llevando al pueblo de Dios a la Verdad y moldeándolos a imagen de Jesucristo.

La visión unicitaria de Jesús es incapaz de explicar ni uno solo de esos versículos, los cuales son importantísimos para el creyente pues el hecho de no buscar la propia gloria es una de las evidencias del verdadero cristiano.
Recordáis a Jesús diciendo precisamente eso?
44 ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?
Juan 5

Desconfía de los cristianos llenos de falsa santidad que hacen lo posible para que tooodo el mundo sepa las buenas obras que han hecho, pues buscan su propia gloria, no la de Dios.

Desconfía de todo cristiano lleno de falsas virtudes que busca el reconocimiento de los demás, ignorando que todo aquello relacionado con Dios no es dado y que no es mérito nuestro el tenerlo.

Que una persona reconozca que el mérito de su Salvación y de todas las buenas obras que realiza pertenece a Dios, es una de las evidencias de su unción, pues eso es reflejo del carácter de Dios.

Pero divago.

Hablaba de mi última entrada, en ella también vimos cómo el Hijo es enviado por el Padre para que el primero diera a conocer la Voluntad del segundo, y cómo el Espíritu es enviado por el Hijo para que el primero diera a comprender -y creer- las palabras del segundo.

Esto también lo vemos en Hechos 2, cuando Pedro hablando de Jesús y de las manifestaciones del Espíritu que todos los presentes presenciaban, dice,
33 Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.
La Biblia establece clara y distintamente que Padre, Hijo y Espíritu Santo cumplen su función en la Salvación de Su pueblo.

Una función siempre de acuerdo a un Orden concreto.

Si Dios se hubiera encarnado en un ser humano sin renunciar a Su poder, por qué dar tantas vueltas y complicar lo que es sencillo?

Por qué se establece contínuamente una clara distinción entre todas y cada una de las personas de Dios?

Por qué -si Jesús es Dios provisto de todo Su poder- se nos repite una y otra vez que el Padre envió al Hijo a llevar una vida de santidad sin pecado y a morir por los pecados de Su pueblo, y después que el Hijo envió al Espíritu a llamar mediante la fe al antes mencionado pueblo?

La respuesta a esta pregunta es que la visión unicitaria del Evangelio está errada.

Pero sigamos viendo cómo el Espíritu no busca Su propia Gloria si no la del Hijo porque me gusta el temita...
12 Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.

13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.

14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.

15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber
.
Exacto, ahora no las podéis sobrellevar pues todavía no habéis recibido al Espíritu que os enviaré, él os guiará a toda la verdad pues os infundirá de la fe necesaria para reconocer el Camino, la Verdad y la Vida, Él me glorificará pues os permitirá verme como vuestro Salvador y os moldeará a imagen mía...

Veamos más ejemplos de cómo el Espíritu no busca Su protagonismo sino exaltar, glorificar al Hijo,
3 Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.
1 Corintios 12
Ojo, esto no quiere decir que cualquiera que diga que Jesús es el Señor es un verdadero creyente, lo que quiere decir es que de la abundancia del corazón habla la boca y que solo alguien en cuyo interior se haya producido un cambio regenerador mediante el poder del Espíritu Santo, puede creer en el Señor y manifestarlo de todo corazón.

En otras palabras, lo que este versículo nos dice es lo que estoy repitiendo machaconamente una y otra vez, es decir, que solo alguien lleno del Espíritu Santo será Cristocéntrico y buscará glorificar a Jesús.

No al Espíritu.

No a sí mismo.

A Jesús.

Y lo hará mediante el Espíritu Santo para Gloria de Dios Padre.

Porque, no es el Espíritu Santo quien inspiró a los apóstoles las Escrituras?

Y a quién glorifican las susodichas?

A Jesús.
27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba lo que de él decían en todas las Escrituras.
[...]
44 Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.

Lucas 24
El mundo es Cristocéntrico, y eso solo puede percibirse mediante la acción del Espíritu Santo...

Tiene esto algo que ver con tema en cuestión, es decir, que todo unicitario debe entender que sin la Trinidad no hay Salvación?

Pues no para qué engañarnos, pero es que no puedo evitar divagar...

Mientras meditais todo esto, dad gracias a Dios Padre en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo.


domingo, 12 de septiembre de 2010

De que Todo Unicitario Debe Entender que Sin Trinidad, No Hay Salvación... (7)


En la entrada anterior he hablado brevemente sobre la humildad de la Palabra de Dios lo cual es patente no solo en su encarnación como ser humano, si no en su sumisión al Espíritu.

Pero ojo, que Jesús se sometiera al Espíritu no quiere decir que dentro de la Trinidad, el Espíritu Santo esté por encima del Hijo, pues la Palabra nos revela que el Verbo -en su papel de Hijo- tiene autoridad y primacía sobre el Espíritu.

Es esto contradictorio?
En absoluto, en seguida lo veremos claramente.

Es cierto que el Verbo tuvo que someterse a la guía del Espíritu por mor de su ministerio como Mesías sufriente, y sin embargo, no es verdad que la Palabra nos dice claramente que una de las funciones del Espíritu Santo es la de honrar y darle Gloria al Hijo?
(Pst, pst, esto debe ayudarnos a separar las buenas iglesias pentecostales de las malas.

En efecto, toda iglesia pentecostal cuyo centro sea el Espíritu Santo y no el Cristo, no viene de Dios pues contraviene la Voluntad de Dios para con el Espíritu y el Hijo...)
Pero veamos un aspecto interesante en la relación del Hijo con el Espíritu Santo para comprender algo más la Trinidad,
26 Mas el Confortador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
Juan 14
El Espíritu Santo -que es enviado- tiene la función de recordar, de hacer comprender a los creyentes las enseñanzas de Jesús, y no es esto lo mismo que dice Jesús de sí mismo en su relación con Dios el Padre?
49 Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.

50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.

Juan 12
Veis el paralelismo?

El Hijo -que es enviado por Dios el Padre- da a conocer a los hombres la Voluntad de este último.
24 El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.
Juan 14
El Espíritu Santo -que es enviado por el Hijo- da a conocer a los hombres las enseñanzas de este último.

La Trinidad es una locura maravillosa que hemos de estudiar y analizar cuidadosamente pues el Plan de Salvación de Dios -en el cual están involucrados Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo- nos revela el carácter de Dios.

Pero al principio de esta entrada he dicho que una de las funciones del Espíritu Santo es la de honrar y darle Gloria al Hijo.
En efecto, nadie puede valorar la figura de Jesús como Salvador, como Mesías, como Palabra de Dios encarnada, sin la acción del Espíritu Santo.

Esto nos lo dijo Jesús mismo,
26 Pero cuando venga el Confortador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
Juan 15
El Espíritu Santo no busca Su propio protagonismo si no el de Jesús, del mismo modo que Jesús no buscaba su propio protagonismo sino el de Dios el Padre.
49 Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis.

50 Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca, y juzga.

Juan 8
Y también,
30 No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.
Juan 5
En efecto, o es que no recordamos a Jesús apartándose de la misma multitud que quería hacerle rey...?

Del mismo modo que uno de los ministerios de Jesús fue dar a conocer la Palabra de Dios, uno de los ministerios del Espíritu Santo es dar a conocer a la Palabra: Jesús.

En efecto, el ser humano -en su estado natural- es ciego y sordo a las cosas de Dios.

Es incapaz de entender que hay más bendición en dar que en recibir, o que es más importante servir que ser servido...

Es necesaria la acción regeneradora del Espíritu Santo para que el hombre renazca a Dios, es necesario que el Espíritu arranque el corazón de piedra del hombre, y le dé un corazón de carne que le permita amar a Dios más que a sí mismo, es necesario todo esto para que dicho hombre pueda escuchar las palabras de Jesús, creerlas y ver la Gloria de Dios en el rostro del Señor.

En otras palabras, el Espíritu Santo no busca Su propia Gloria si no la de Jesús,
13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.

14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.

Juan 16
Y he aquí la acción maravillosa de la Trinidad llevando a cabo el Plan de Salvación de Dios, pues Dios el Padre envía al Hijo que se encarna en un simple ser humano -Jesús de Nazaret- el cual lleva una vida de perfecta santidad en el poder del Espíritu Santo.

De esta manera, Dios el Hijo -como un cordero expiatorio sin mancha- accede a cargar en él el castigo que nos habría correspondido a nosotros, su pueblo.

Una vez resucitado y glorificado, el Hijo envía al Espíritu Santo, el cual, no solo revela al pueblo de Dios el Evangelio de Jesús, si no que moldea a imagen del Señor (Santificación) a todos y cada uno de los miembros del antes mencionado pueblo.

Pero como tal vez toda esta información a muchas personas les resulte complejo, lo dejaré aquí por el momento para que se pueda asimilar bien.

Mientras tanto dad gracias a Dios por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...


domingo, 5 de septiembre de 2010

De que Todo Unicitario Debe Entender que Sin Trinidad, No Hay Salvación... (6)


En la entrada anterior hemos visto cómo la doctrina unicitaria ignora toda la vida de sufrimiento por la que -por Amor a Dios y a nosotros- tuvo que pasar Jesús, arrebatándole gran parte de la Gloria que justamente le corresponde.

Si tenemos en cuenta que una de las funciones del Espíritu Santo es la de glorificar a Jesús, es evidente deducir de dónde no viene la doctrina unicitaria.

...

...

Pero volvamos al tema.

Tenemos a un Verbo de Dios encarnado que en su simple humanidad, era dirigido por el Poder del Espíritu con que el Padre le ungió.

De ahí que Jesús -en su humanidad, no en su divinidad, no me cansaré nunca de remarcarlo- creciera en sabiduría, de ahí que dudara en confesar que no lo sabía todo, de ahí que tuviera que orar durante noches enteras, de ahí que fuera tentado, pues Dios no puede ser tentado, de ahí que mediante el sufrimiento aprendiera obediencia...

En efecto, si Jesús no hubiera sido como nosotros -puramente hombre- jamás podría haber ocupado nuestro lugar dado que un Hombre/Dios provisto de todo Su Poder, no puede ser el sustituto de un simple hombre.

El Verbo de Dios aceptó voluntariamente Sus limitaciones, no abandonó Su naturaleza divina, no renunció a ninguno de los atributos propios de Su Deidad.
Lo que hizo fue simplemente dejar de lado el justo derecho que le correspondía de emplear dichos atributos con el fin de experimentar una vida como uno de nosotros.

Esto es lo que muchos trinitarios no tienen en mente cuando debaten con unicitarios.

Dichos debates son un tanto aburridos pues sus protagonistas suelen enfrascarse en el lanzamiento de versículos contra la línea doctrinal del otro para ver quién es el que consigue hacer claudicar a su contrario.

No hace falta entrar en ese bucle del que difícilmente se puede salir, pues todo es mucho más sencillo: si Jesús era Dios encarnado provisto de toda Su Gloria y Poder, tal como no duda en defender la doctrina unicitaria... Jesús no redimió a nadie y todos seguimos en nuestros pecados.

Así pues, dónde está la Buena Nueva unicitaria?

En ninguna parte.

Ahora bien, despejemos malos entendidos.
Que Jesús aprendiera obediencia no significa que en algún momento de su existencia hubiera sido desobediente pues un poco antes se nos dice que Jesús fue tentado en todo igual que nosotros aunque sin pecado, así pues, qué quiere decir este versículo?

Simplemente que Jesús -a lo largo de su vida- tuvo que perseverar en obediencia a la Voluntad de Dios.

Jesús tuvo que perseverar en todas y cada una de las demandas que Dios Padre ponía de manera creciente delante de él, para que de esta manera pudiera soportar la que sería la mayor y más angustiosa demanda de todas: la Cruz.
8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Filipenses 2
Demanda tras demanda, sufrimiento tras sufrimiento forjó en Jesús el carácter necesario para hacer la Voluntad de Dios hasta el final y poder así afrontar una muerte humillante, dolorosa y terrible.

No hay unicitario que pueda comprender la angustia terrible y desesperante de Jesús en el monte de Getsemaní, pues no nos olvidemos que hasta tres veces -un Jesús agónico que sudaba como gotas de sangre- le oró al Padre que si es posible no le hiciera pasar por el terrible sufrimiento que le esperaba.

Todo esto, toda esta terrible angustia la ignora la doctrina unicitaria.

Dicha doctrina , olvida igualmente la sumisión de Jesús al Espíritu, la cual no solo es un aspecto clave para comprender parte de la vida y obra del Señor, si no también para nosotros pues estamos ante la misma sumisión y obediencia que los apóstoles nos instan a seguir.

En efecto, la humildad de la Palabra de Dios no solo es manifiesta en su encarnación, si no también en Su sumisión al Espíritu Santo.

Todo esto lo desarrollaré en próximas entradas, mientras tanto, dad gracias por todo a Dios en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...