La exégesis cristiana consiste entre otras cosas, en la lectura del Antiguo Testamento como una prefiguración del Nuevo.
Sin embargo, nada de esto significa que estamos ante historias que nunca sucedieron y cuya única función es la de apuntar a la realidad futura que se halla en Cristo, sino que en la exégesis tipológica es imposible disasociar el pasado histórico de lo futuro, nuestro presente y futuro cercano.
Sí, los israelitas salieron de Egipto, y sí, nosotros dejamos atrás nuestro pecado.
Lo que esto significa es que la distancia que separa al literalismo bíblico de la espiritualización textual se reduce brutalmente, pues la figuración es una extensión natural de la interpretación literal.
Es decir, nuestra lectura bíblica nos presenta hechos reales que anuncian una Realidad mayor, con lo que nos encontramos con la paradoja de que dos historias distintas son en realidad -y nunca mejor dicho- una misma historia.
Una de la que somos protagonistas indirectos.