Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



miércoles, 29 de septiembre de 2010

De Romanos 2:25-29 (2)


La entrada anterior la concluí hablando de la circuncisión del corazón la cual es no en letra si no en Espíritu.

Qué significa esto?

Que los judíos habían experimentado la Ley a nivel externo (en letra), pero no a nivel interno (en Espíritu).

Y esto no salva a nadie pues uno solo puede cumplir la Ley estando en Cristo, es decir, poniendo su fe en el trabajo de Jesús.

En efecto, solo entonces a uno se le imputa la justicia -la vida sin pecado de perfecta observancia de la Ley- que Jesús trabajó toda su vida.

Dios ya nos prometió el cumplimiento de la Ley cuando profetizó el envío de Su Espíritu,
19 Y les daré un corazón, y un Espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne,

20 para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y les sea Yo a ellos por Dios, y ellos a Mí por pueblo.

Ezekiel 11:19-20
De este modo cuando leemos en Romanos 2:26,
26 Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión?
Hemos de tener el mente al cristiano gentil que ha recibido el Espíritu y ha dejado de ver a la Ley como la letra que mata...

Es decir poder cumplir la Ley es otro de los dones del Espíritu.

Cumplir los requisitos de la Ley es confiar en la Gracia de Dios y vivir de modo que se evidencie dicha confianza mediante el poder interno del Espíritu Santo del Señor.

Esto es lo que nos dice Pablo en Romanos 8:3-4,
3 Porque lo que era imposible para la Ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;

4 para que la justicia de la Ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Ahá.

Jesús cumplió la Ley por nosotros y ahora está en nosotros para que podamos cumplir la Ley en él por el Espíritu.

Por tanto, lo que Romanos 2:26 nos está diciendo es que a pesar de ser gentiles no circuncisos, cuando ponemos nuestra fe en Jesús, cumplimos la Ley y somos contados por Dios como verdaderos judíos observantes de la Ley.

Sin mancha.

Sin pecado.

Perfectos porque estamos en aquel que la cumplió por nosotros.

Jesús.

Y la evidencia de dicho cumplimiento es el Espíritu que mora en nosotros el cual nos capacita el cumplir la Ley moral de Dios día tras día para mayor Gloria de Dios.

En efecto, Romanos 2:26 nos dice justo lo mismo que leemos en 1 Corintios 7:19,
19 La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios.
Y que los gentiles formamos parte de Israel, que somos integrados en las promesas de Dios, lo repite Pablo en más de una ocasión, observad,
11 Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne.

12 En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.

13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.

Efesios 2
Así pues, quiénes son los judíos que no son contados por Dios como judíos?

Los que no tienen fe en Jesús y no pueden acceder -por tanto- a los beneficios que se articulan de estar en Cristo.

Y esto es justo lo que leemos en los últimos versículos del fragmento que estamos analizando en estas entradas,
28 Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;

29 sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en Espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.
En otras palabras, lo que te hace judío es el observar la Ley no en lo exterior, si no en el interior, en el corazón, lo cual solo puede hacerse por fe, por fe auténtica, la que viene de lo alto, no la que es fruto de tradiciones, miedos, intereses...

No se trata de hacer la buena obra que demanda la Ley de Cristo para buscar la palmadita en el hombros de los hermanos, se trata de hacer esas buenas obras desde un Espíritu de servicio, sin que nadie salvo Dios lo sepa, y darle todo el reconocimiento del fruto que uno da al Señor, pues gracias a él somos lo que somos.

Uno solo cumple la Ley si está en Cristo, porque cuando uno está posicionalmente en Cristo, la fe que le sustenta ha circuncidado su corazón de lo carnal, es una nueva criatura y ya puede vivir de acuerdo a su nueva naturaleza.

Y dicha circuncisión, es el cumplimiento de la promesa de Dios,
6 Y circuncidará el Señor tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.
Deuteronomio 30
Esta circuncisión solo puede tener lugar mediante la acción del Espíritu por la Misericordia de Dios.

Sin Espíritu de por medio, estás muerto.

Porque o rechazas la Ley abiertamente o intentas cumplirla mediante tus fuerzas... lo cual es imposible.

En cambio mediante la acción del Espíritu, circuncidamos nuestro corazón al despojarlo de la naturaleza carnal en la cruz, la Ley de Dios queda impresa en nuestro corazón, lo cual nos capacita para andar de todo corazón como Jesús anduvo para alabanza de Dios Padre que nos concedió la Gracia del Nuevo Pacto en la sangre de Su Hijo.

Así pues, es importante ser contado como judío a ojos de Dios, pues todas las bendiciones de Dios a la humanidad pasan por la raiz del Olivo que -por Gracia- sustenta a judíos y gentiles por igual, y esta raiz es la promesa que Dios le hizo a Abraham, a Jacob y a Isaac, pues no en vano Jesús nos dijo que la Salvación viene de los judíos.

Por todas estas y por otras muchas razones que no he explicado y que por falta de tiempo explicaré más adelante si Dios quiere, es por lo que los cristianos debemos advertir a todo hermano que no diga mensajes antijudíos.

Mientras meditais en todo esto, dad gracias a Dios por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...