Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



viernes, 27 de abril de 2012

De Distancias entre Emaús, la Verdad y el Agua...

31 Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista.
Lucas 24:31
La escena dice más de lo que parece, pues que cuando le fueron abiertos los ojos reconocieran a Jesús quiere decir que el Señor no se había acercado a ellos con su aspecto mudado -tal como defienden los testigos de Jehová- sino que ellos no le podían ver tal como es.

Cierto, pues Jesús fue enviado a dar vista a los ciegos.
Pero no a los físicamente ciegos, sino a los cegados por su condición de pecado, a los que por su pecado no pueden ver la realidad tal como es, pues esa es la enseñanza.

Y eso nos pasa a veces cuando dejamos que el pecado ahogue nuestras vidas, subreptícia, sigilosa y furtivamente como el ladrón que viene a hurtar, no dejándonos ver la realidad tal como es y debe ser vista: Cristocéntricamente.
Dos peces pequeños van felices nadando, cuando de repente se les cruza un pez grande que les dice 'Ey chicos, qué tal está el agua...?'
Y no es hasta después de bastante rato que uno de los peces pequeños le pregunta al otro: 'Qué narices es eso del agua...?'
Pilato tardó menos tiempo en replicar a Jesús qué es la Verdad? aunque la distancia entre el agua y los peces no es menor que la que separaba a Pilato de la Verdad.

La Verdad es invisible a los ojos que se han cegado por el amor al pecado, pues Dios es Luz.
Una Luz que no está debajo de un almud, sino asentada sobre un monte que no se puede esconder, brillante, aterradoramente resplandeciente para todo aquel que mira, pues se ve a sí mismo cómo es, a los demás cómo son, y descubre que la distancia que le separa de los demás es menor que la que separaba a Pilato de la Verdad.
7 Porque ¿quién te distingue de los demás?
¿o qué tienes que no hayas recibido?
Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?

1 Corintios 4:7