Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



sábado, 2 de junio de 2012

De que Deberíamos Subir a la Montaña para Otra Cosa...

28 Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira;
29 y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle
.

Lucas 4:29
La escena ilustra como pocas, cómo sería tratado Jesús los siguientes años en casi todas las ciudades de Israel, lo cual está bien -no porque fue de acuerdo a las Escrituras- sino porque lejos de casa, Jesús pudo sentirse como en casa.

Pero qué dijo Jesús que justificara la ira de sus paisanos, y qué podría decirnos que justificara la ira de sus conciudadanos?
Huímos avergonzados cuando Jesús nos convence de pecado, pero si alguno de nuestros hermanos revela nuestro pecado nos airamos.

Nos airamos y pecamos, porque a todo aquel que es demasiado pío o no suficientemente pío y revela nuestro pecado, procuramos llevarle hasta la cumbre del monte más alto, con la poco sana finalidad de despeñarle, olvidando que la Salvación pertenece en última instancia a aquel subió otra montaña, pero no la bajó hasta que todo estuvo consumado.