Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



martes, 1 de mayo de 2012

De la Filocalia y la Oración del Corazón...

14 Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.
Efesios 5:14
El término que dentro de la teología ascética y mística de la iglesia ortodoxa se emplea para describir la experiencia del despertar espiritual es Nepsis, la cual significa literalmente Sobriedad, estado de Alerta y Vigilancia.

Y es precisamente esta palabra la que aparece en el original griego de La Filocalia:
Philokalia ton Hieron ton Neptikon, es decir, Los Padres que Enseñaron el Despertar.

La Filocalia es una colección clásica de textos dedicados a la mística y ascesis principal -aunque no únicamente- de la Iglesia Ortodoxa.

Todos los escritos del libro giran alrededor de la llamada Oración del Corazón, o Oración de Jesús, una oración nacida entre los coptos egipcios pero desarrollada por los Padres del Desierto de la iglesia ortodoxa, la cual -a pesar de tener muchas variantes- básicamente reza así,
Κύριε Ἰησοῦ Χριστέ, Υἱὲ τοῦ Θεοῦ, ἐλέησόν με τὸν ἁμαρτωλόν.
Señor Jesús, Hijo de Dios, ten Misericordia de mí pecador.
Dicha oración -la cual se repite contínuamente como práctica ascética dentro de la doctrina hesicástica- busca abrir el corazón para que de él fluya una oración nacida de lo más profundo de nuestro interior: la Oración del corazón, un estado contínuo de oración de acuerdo a la exortación paulina de orar sin cesar.

Cierto, bien empleada, dicha oración puede conducir a la práctica de lo que Pierre de Caussade llamó el sacramento del momento presente, la memoria de Dios -mneme Zeoú- aunque mal utilizada no es nada más que una mala versión cristiana de los mantras orientales.

La Filocalia argumenta que uno de nuestros problemas es que crecemos fragmentados, dispersos, que no vivimos realmente el momento presente en el que estamos, uniendo el aquí y ahora en uno para tener conciencia de Dios, de ahí que debamos despojarnos de lo sobrante para ser conscientes que en todo momento estamos delante de Dios,
5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.
Éxodo 3:5
Cuando nos despojamos de nuestro calzado, estamos más sensibles, somos más vulnerables, estamos más expuestos y la tierra que pisamos parece cobrar vida.
Esto es un reflejo de lo que pasa cuando nos despojamos de lo muerto de nuestro interior delante de Dios, percibimos más intensamente Su presencia, somos conscientes de que la tierra que pisamos es sagrada, sentimos pavor y temblor ante cada cosa, pues todo -personas y cosas- deviene un sacramento de la Divina Presencia, un medio para tener más comunión con Dios, y adorar al fin en Espíritu y Verdad.

Ahora bien, uno de los puntos que la Filocalia desarrolla es cómo orar con el corazón la oración de Jesucristo, cómo alcanzar un estado de oración contínua que nos permita vivir con un sentido de santidad en todo.

Y el primer paso es sentir -a base de repetir- el peso, la anchura, la longitud, la profundidad y la altura de todas y cada una de las palabras de la oración,
Kyrie, Iisou Christe, Yie Theou, eleison me.
Señor, ten piedad de mí que soy pecador... igual que el publicano.

No hay otro camino.
Como hijos de Abraham -el padre de la Hesed, la Misericordia- nos dirigimos a Dios no apelando a nuestras buenas obras, no apelando a la bondad de los demás, sino Su Misericordia.
24 Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él?
Génesis 18:24
Los hesicásticos argumentaban que la repetición del Santo Nombre en la Oración de Jesús, era una de las maneras de poder despojarnos del calzado de nuestro corazón, de ser conscientes de que en todo momento estamos en tierra sagrada porque todo en nuestra vida es sagrado.

Y digo una de las maneras porque no estamos ante algo estático sino flexible, porque cada oración debe dejar lugar a la libertad, pues no estamos bajo la Ley sino bajo la Gracia.

Pero decía que la clave para los ortodoxos no es solo la meditación del contenido de dicha oración, sino principalmente la repetición del nombre de Jesús.
Y eso es algo que me causa rechazo como protestante, pues vislumbro peligrosas similitudes con el orientalismo budista.

El nombre de Jesús significa Dios salva, es decir, Salvador, pues fue enviado para salvarnos de nuestros pecados, ahora bien, dicho nombre contiene en sí su encarnación, su muerte y resurrección.

Cierto, la Palabra de Dios tuvo que hacerse uno de nosotros, pues solo un hombre puede recibir el castigo que establece la Ley de Dios que los hombres deben recibir, tuvo que recibir la unción del Espíritu para vivir una vida sin pecado y tuvo que ir a morir en nuestro lugar como un cordero sin mancha para salvarnos de nuestros pecados.
Y no obstante, que sea el Mesías de Dios reciba el nombre de Salvador comporta al mismo tiempo que culminó con éxito su obra, de ahí que fuera resucitado y recibiera toda autoridad en los Cielos y en la tierra.

Por eso los hermanos coptos decían que el nombre de Jesús contenía en sí toda su obra.

En el Antiguo Testamento, el Nombre de Dios era una fuente de Gracia y Poder, y lo mismo sucede con el Nombre de Jesús en el Nuevo, pues los enfermos son sanados, los demoios expulsados y los muertos resucitados en su Nombre, pues igualmente contiene la insondabilidad del Nombre del Santo.

Esta es la razón pr la que los padres defendían que el Nombre de Jesús era un sacramento en sí, pues lo veían como un signo visible de una Gracia espiritual interior.

Pero antes hablaba del cómo, cómo emplear dicha oración.

Básicamente hay dos modos.
Primero podemos orarla/meditarla en aquellos momentos del día que están libres de toda ocupación, y segundo de manera fija, orando la Oración del Corazón en condiciones de calma quieta y sin urgencias, de dedicación a la oración.

Se puede emplear lo primero sin lo segundo, lo segundo sin lo primero y ambos, pues la finalidad de dicha oración es encontrar a Jesús en todo siendo conscientes de lo sagrado de cada momento, lo cual se resume en una de las máximas de los ascetas: Crea Silencio.
39 Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza.
Marcos 4:39
Aunque surgida hace casi mil quinientos años, dicha oración parece diseñada para nuestros tiempos de ansiedad, pues es simple, directa y poderosa, transformando lo aparentemente secular en sagrado, 'despertando' en nosotros la conciencia de lo sagrado del momento presente.

Esto permite traer a Cristo en todo lo que hacemos, encontrándolo en nuestro todo, y orando de todo corazón.
13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.
Jeremías 29:12-13
Según los hermanos coptos, la búsqueda sincera de Dios se compone básicamente de dos fundamentos:
Deseo y método.

El primero lleva prácticamente todo el peso en la búsqueda, el segundo apenas nada.

Justo lo contrario de lo que hacemos en el protestantismo...
Qué libro he de leer, qué pastor he de escuchar, qué método de crecimiento he de seguir, dónde me he de congregar... preguntamos sin darnos cuenta que el mejor auto del mundo es incapaz de avanzar sin combustible.

Pero si no ponemos primero lo primero, lo secundario no puede funcionar adecuadamente de ahí que la clave sea suplicar a Dios que nos dé el deseo, porque entonces el método será lo de menos.

En efecto, en el Evangelio apócrifo de Tomás leemos,
Parte un leño y ahí estaré, levanta una piedra y me encontrarás.
Aunque la intención del texto es maliciosamente gnóstico-panteísta, esconde, no obstante, una gran verdad.

Cuando estás en Cristo, tu lectura de la realidad es cristocéntrica, y el Señor Jesús está en todo.

Cocina y ahí estará el Señor, lee la Biblia y ahí estará Jesús, vístete y allí le encontrarás.

Cuando Cristo es tu todo, Cristo está en todo.
Ocúpate de estar lleno de deseo y Dios se ocupará del método, porque hasta que no asientes tu corazón en los cielos, no sabrás poner los pies en la tierra.

Y para ello debemos crear Silencio, decían los hermanos ortodoxos, de ahí el empleo de la palabra Hesychia, una palabra clave en La Filocalia, pues alude al silencio en el sentido de quietud del corazón.
10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios;
Salmos 46:10
En otras palabras, una vez estamos quietos, tenemos conciencia de Dios, y nuestra soledad deviene relación.

El silencio en oración -argumentan los hermanos- crea un nexo, pues es un silencio que permite escuchar a la Palabra, no hablar, de ahí que tenga mucho de oración contemplativa.

El problema es que más que escuchar a Dios, muchas veces acabamos escuchando nuestros propios pensamientos, la ansiedad de la que no sabemos escapar.

Lo cierto es que podemos dejar de pensar tanto como nuestro corazón puede dejar de latir, de ahí la necesidad según los hermanos, de ocupar nuestra mente con la repetición de la Oración: Señor, ten Misericordia de mí que soy pecador.

El punto es que dicha oración nos lleva al Silencio mediante nuestras palabras, pues hablamos para poder escuchar.

Pero no nos advirtió el Señor contra las repeticiones vanas?
Sí, de ahí que cada vez que él repitió una oración la llenó de significado,
44 Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.
Mateo 26:44
Pero no es egoísta orar para uno solo?

Cambia la primera persona del singular por la primera del plural y escucha, pues no hay egoísmo si trabajas para que tu paz sea un instrumento de paz para los demás.

Y esta creo es la base que me atrae de la Oración del Corazón, que crea el Silencio necesario para poder actuar, pues hace nuestra contemplación la fuente de actividad, y nuestra acción contemplativa.

Mientras meditáis en todo esto, dad las gracias a Dios nuestro Padre por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo....


Pd:
Un hermano me pasa la siguiente cita,
Tal y como St. Nikodimos pone en su introducción, la Philokalia es 'una escuela mística de oración interior' donde aquellos que estudian pueden cultivar la semilla divina implantada en sus corazones en el bautismo, y así crecer en Espíritu para ser 'hijos de Dios' (Juan 1:12), alcanzando a través de tal deificación (santificación) 'la medida de la estatura de la plenitud de Cristo' (Efesios 4:13).
El énfasis está por tanto, en el trabajo interior, en la limpieza de 'el interior de la copa y el plato, para que lo de fuera esté también limpio' (Mateo 23:36).
Esto no quiere decir que lo que uno llama trabajo externo -la observancia de los mandamientos y la práctica de las virtudes morales- no tenga importancia.
Al contrario, dicho trabajo es una pre-condición de la purificación sin la cual no se puede conseguir ni un avance verdadero, ni un progeso real en el obra interior.
En efecto, lo exterior y lo interior se complementan mútuamente.
Atrofia o derrota tiene lugar cuando el trabajo exterior es practicado como un fin en sí mismo, y lo necesario -la práctica interior de proteger la mente y la oración pura- son abandonados.
San Nikodimos mismo remarca que dicho abandono es demasiado común:
Hay muchos que dedican toda su vida a lo exterior, con el resultado de que la Gracia disminuye en ellos, y no alcanzan a ver que la iluminación de la conciencia, y la pureza de corazón son el fin del camino espiritual que la Philokalia traza para nosotros
.
Enlace interesante sobre la Oración del Corazón:
http://www.acharia.org/downloads/oracion_continua_corazon-2.pdf