Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



lunes, 9 de enero de 2012

De Perdones, Piedras Vivas y Responsabilidades en la Unidad del Cuerpo...


Porque somos miembros los unos de los otros.
Efesios 4:25b

5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
Romanos 12:5
Que todos seamos un cuerpo significa que no podemos acusar al hermano que ha caído en pecado, pues todo reproche a un hermano, no es nada más que un reproche a uno mismo.

En efecto, es mi indisciplina, mi falta de amor por no exortar al hermano como debo, mi descuido en la oración intercesora por su equilibrio espiritual, mi servicio deficiente en suma, la primera piedra de tropiezo que posibilita la caída de mi hermano.

La pregunta cainita ¿Soy yo acaso guardián de mi hermano?, encuentra una respuesta afirmativa en el Templo formado de piedras vivas que se sostienen unas a otras en amor...

Y oración.

Cierto, solo teniendo la mente de Cristo uno es capaz de alegrarse con los que se alegran, llorar con los que lloran, y orar tanto por los unos como por los otros.

Entonces, soy responsable de los pecados de mi hermano?
No exactamente, el primer responsable es él mismo, pero su responsabilidad primera no puede hacernos olvidar la propia.

Y es que el perdón, la capacidad de perdonar de todo corazón la falta del hermano, es una de las evidencias de que formamos parte de un Pacto que reposa sobre el perdón de pecados.

Los propios.

Mientras meditáis en todo esto dad gracias a Dios nuestro Padre por todo, en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...