Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



domingo, 3 de febrero de 2013

De que la Victoria sobre la Propia Carne Anticipa la Victoria sobre Toda Carne...

38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.
39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;

Mateo 5:38-39
En otras palabras, la alternativa no es luchar o no luchar, sino luchar o estar dispuesto a padecer por el Bien para acabar con el Mal.

Toda lucha -resistencia violenta- comporta una serie de pequeñas victorias las cuales son ilusorias pues no permanecen al ser hijas del Mal -Violencia- mientras que el sufrimiento producto de la mansedumbre proclama la Realidad de Jesús en nosotros.

Esta es la razón por la que todo sufrimiento resultado de la renuncia a emplear las armas del Mal, así como de la determinación de estar dispuesto a padecer con el fin de ahogar al Mal es victoria, pues haciéndose reflejo de lo que hizo Jesús por nosotros, vence al Mal mediante el Bien sin las armas del Mal: la Violencia.

Lógico, pues intentar vencer al Mal con violencia es lo mismo que intentar apagar un fuego lanzando brasas.

Cuando entendemos esto comprendemos por qué Jesús sanó la oreja herida por espada de su enemigo, pues el Mesías vino a deshacer las obras del diablo: la Violencia.

Pero dicha actitud no debe confundirse con pasividad, pues es el resultado de una lucha activa e interior contra uno mismo, pues solo quien logra vencer su carne al dejar de poner resistencia al Espíritu, puede vencer toda carne al ofrecer la propia a quien le ha herido en su mejilla.

Mientras meditáis en todo esto, dad las gracias a Dios nuestro Padre en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...