Leo a Tim Keller explicar una anécdota de Alejandro Magno, en la que un padre le pide como dote, una suma exhorbitante.
En contra del consejo de uno sus cortesanos, Alejandro acaba accediendo a ella.
Acaso no te has dado cuenta, explica el Emperador a su consejero, de que en realidad me estaba halagando?
Ese padre estaba reconociendo mi riqueza y generosidad.
Buen punto.
Cuántas veces insultamos a Dios con nuestras miserables peticiones? pregunta Keller.
Cierto, Pedid y se os dará, dijo el Señor, eso sí, pedid bien...
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