Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



martes, 12 de abril de 2011

De Legalismos en la Hipocresía de Pedro o, Por Qué No Debemos Nunca Hacer Penitencia o Buscar Compensar de algún modo a Dios por un Pecado Cometido...

La escena es bien conocida por todos, Pablo -el último de los apóstoles- reprende la hipocresía de Pedro y Barnabás cuando en las comidas se apartan de sus hermanos gentiles.

Pedro, Barnabás, si sabemos que uno es declarado Justo por Dios mediante la fe, no tiene sentido comportarse delante de los gentiles como si tuvieramos que obrar legalísticamente para estar a buenas con Dios, replica Pablo

Bajo la perspectiva legalista judía, los gentiles -al adolecer de Ley- somos por naturaleza pecadores, pues no tenemos conocimiento de la Voluntad de Dios, ni tenemos siquiera la mínima posibilidad de ser justificados al observar la Ley, ni tampoco de expiar nuestros pecados.

Sin embargo, tanto Pedro como Pablo, saben que ahora las cosas han cambiado.

De esta manera, Pablo recrimina a Pedro recordándole que uno no está en paz con Dios por observar ley alguna, sino que uno es declarado Justo por Dios mediante la fe.
16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.
La justicia de Dios mediante la fe en la sangre del Mesías, entregado como sacrificio sustitutivo por nuestros pecados es aquello que nos justifica, que hace que Dios nos declare Justos, pues mientras que Jesús carga con nuestros pecados, a nosotros se nos imputa mediante la fe, su justicia, su vida sin pecado.

Y esto no de nosotros, pues es don de Dios.

Esa es la hipocresía que aborrece Pablo, es decir, que sabiendo que somos beneficiarios del Nuevo Pacto en la sangre del Mesías, Pedro no actúa en consecuencia y tontea de nuevo con la Ley.

Exacto, por mucho que unos hayan sido criados como buenos observantes de la Ley, y otros hayan vivido de espaldas a ella, tanto unos como otros, solo tienen una manera de ser declarados Justos delante de Dios: Por Fe.

Por tanto Pedro, si observas las leyes sobre la pureza de los alimentos, les estás enseñando a los gentiles que en el fondo, la Ley sirve para estar a buenas con Dios, y por tanto con tu actuar, contradices y restas Autoridad a la Buena Nueva que predicamos, advierte Pablo.

Ahora bien, no nos convierte en pecadores el hecho de no observar la Ley?
No se convierte Jesús en un agente del pecado, al hacernos vivir de espaldas a la Ley?
17 Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado?
Sí y no.

Pablo admite que bajo la perspectiva judía, ellos son vistos como pecadores por no ajustarse a las leyes ceremoniales, lo cual refuerza lo que hemos visto en el versículo 15.
15 Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles,
Esa acusación de los judaizantes, Pablo la admite sin temor alguno.

Sí, bajo el punto de vista legalista, soy un pecador, pues no busco cumplir la Ley...

Ahora bien, Pablo niega rotundamente por un lado, que la vulneración de las leyes ceremoniales, convierta a Jesús en un ministro de pecado, y por el otro, que dicha vulneración les convierta a ellos realmente en pecadores.

En efecto, lo que cuenta no es la perspectiva de aquellos que viven esclavizados por una Ley de imposible cumplimiento, lo que cuenta es qué es aquello que Dios considera pecado.

Bajo el punto de vista judío, Pedro, Barnabás y él mismo, han caído a la misma categoría que los gentiles, y son vistos como pecadores de entre los gentiles, sin embargo, dicho punto de vista no es el que Dios nos ha revelado en Cristo.

Los de la fe hemos sido liberados de la condena de la Ley, explica Pablo.
18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago.
Qué es aquello que ha destruído Pablo?

La Ley como medio de justificación,
16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, [...] 17 Y si buscando ser justificados en Cristo...
En otras palabras, lo que Pablo dice que hemos destruído es la manera que los fariseos enseñaban la Ley: Puro legalismo.

Eso es con lo que Pedro estaba tonteando al apartarse de comer con los gentiles, y eso es lo que le estaba convirtiendo en un transgresor, pues Pedro de repente se está apoyando en aquello que incumple manifiestamente.
Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío...
Aquello que hace a alguien pecador no es el desatender las leyes ceremoniales, lo que hace a alguien pecador es emplear la Ley de modo legalista, es decir, creer que mediante su observancia uno puede ganarse el favor de Dios.

En efecto, un capítulo más adelante Pablo nos revela que el fin de la Ley era manifestar el pecado en el hombre, no darle vida.

De hecho, lo irónico del caso es que uno solo puede vivir cuando muere a la Ley,
19 Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios.
Mientras más te aferres a la Ley para estar en paz con Dios, menos podrás vivir por y para Dios, pues no estarás confiando en lo que Él ha hecho por ti, sino en ti mismo, en tus propias fuerzas, en todas aquellas cosas que tú has hecho para dar satisfacción por un pecado cometido.

Nuestras buenas obras son el resultado de la obra de Dios por nosotros, no su causa, esto es lo que muchos católicos no entienden al buscar contínuamente ganar Gracia, tal como sostuvo Trento,
Si alguno dice que sólo por la fe el impío es justificado; en tal sabiduría como lo dice, que no se requiere ninguna cooperación en la obtención de la Gracia de la Justificación y de que en ninguna forma es necesario que él esté preparado y dispuesto para moverse de acuerdo a su propia voluntad; sea anatema...
Concilio de Trento, Cánones sobre Justificación, Canon 9
Pero no, al que obra no se le cuenta el salario como Gracia sino como deuda, por tanto, nada de confiar en las propias obras para ser declarado Justo por Dios, pues estamos diciendo que no confiamos en lo que Dios mismo nos dice que Jesús hizo por nosotros.

Por consiguiente, si uno quiere vivir para Dios, debe enterrar a seis metros bajo tierra al legalista.

Y poner una piedra grandota encima, no sea que se levante...

Todo esto que hemos visto, Pablo nos lo dice en el versículo siguiente,
20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Para estar en paz con Dios no debo confiar en mí, es decir, en mis obras de justificación.

Para estar en paz con Dios debo confiar en aquello que Dios ha dispuesto como lo único que puede hacerme Justo: Confiar en que Jesús pagó por mis pecados, y resucitó como demostración de que su propiciación había sido aceptada.

Cada vez que un cristiano peca y se siente obligado a hacer algo para satisfacer dicho pecado (penitencia, ayuno, promesas, buenas obras...), lo que está diciendo es que no confía en la Palabra de Dios, no confía que en realidad Jesús sea la ofrenda propiciatoria por sus pecados.
21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.
Es imperativo dejar clavado en la cruz nuestros deseos legalistas, para que con toda propiedad podamos decir,
Mediante la ley, mediante el cumplimiento del castigo por mis pecados que la Ley de Dios exige, he muerto a la ley.
Mi viejo Yo fue juntamente crucificado con mi Señor Jesús, mi Mesías. Mi viejo Yo legalista y mundano murió en la cruz con él, y Cristo está en mí pues soy Uno con él, soy su cuerpo.
Ahora vivo en la fe del Hijo de Dios, vivo en la confianza ciega de que me amó y se entregó a sí mismo por mis pecados
.
Que no se nos entienda mal, no es que nos tenga que importar un pito el haber pecado, cada vez que caigamos hemos de pedirle perdón a Dios, arrepentirnos de todo corazón, y hacer obras que muestren que dicho arrepentimiento es auténtico, sincero.

Pero lo que nunca hemos de hacer es intentar compensar o satisfacer de algún modo a Dios por un pecado cometido, pues eso es competencia esclusiva del Señor Jesús.

Mientras meditáis en todo esto, dad gracias a Dios por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...


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