7 Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo?En su De Incarnatione, San Atanasio ve al pecado como un movimiento descendente, paulatino e irresistible hacia el No-ser.
Te conjuro por Dios que no me atormentes...
Marcos 5:7
Lógico, la Creación fue hecha de la Nada -ex nihilo- de ahí que todo alejamiento de Dios, no sea otra cosa que un acercamiento hacia su estado original: la No existencia.
De este modo vemos que la carencia, la oquedad, el vacío son la esencia del pecado, el cual es la Nada, la negación de algo eterno: la Voluntad de Dios.
Esta es una de las razones por las que tanto el pecado como su resultado -el castigo o la separación de Dios- son igualmente eternos, pues una negación eterna no puede tener fin.
Ahora bien, esto resuelve a mi modo de ver uno de los problemas planteados por algunos universalistas, los cuales aducen que el infierno o castigo de Dios por el pecado no puede ser eterno, dado que esto implicaría que en una parte de la creación el Mal gobierna, es decir, que ha escapado del control de Dios.
En consecuencia, sostienen, Dios ha reservado Misericordia para todos, incluso sobre los demonios.
No deja de ser cierto que los demonios saben que dado que la naturaleza de Dios es la Bondad, ellos también pueden ser objeto de Su Misericordia, de ahí que el Señor accediera a los ruegos de algunos demonios y les concediera misericordia al dejarles entrar en un hato de cerdos.
No obstante, ese no es el punto.
Si el pecado es una carencia, si el infierno es la pura Ausencia de Dios -nada de Luz, nada de esperanza, nada de Amor, nada de...- entonces el infierno debe ser una Paradoja:
Un lugar in-existente, una pura carencia en la que moran seres hueros.
Esto resuelve el problema del Infierno y la Soberanía de Dios sobre Su creación, pues el Infierno es la presencia en la Nada, un espacio en la no-existencia el cual se encuentra fatalmente libre del Gobierno de Dios.
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