Que la Palabra de Dios sea Su imagen, y que de la abundancia del corazón hable la boca implica que somos lo que decimos más que lo que hacemos.
Es cierto que tan fingida puede ser una acción como una palabra, pero que seamos hechos a imagen de Dios, explica por qué seremos justificados por nuestras palabras más que por nuestras acciones, Mal siervo, por tu propia boca te juzgo...
Por tanto, muerde la lengua en algunas ocasiones y suéltala en otras, pues esa doma es según Santiago, el Camino a la perfección.
Pero recuerda que una palabra vacía es más ofensa a Dios que una acción egoísta, pues que seamos hechos a imagen de Dios explica por qué no nos contamina lo que hacemos o comemos, sino lo que sale de nuestro corazón...
De la boca.