No estamos por tanto, ante una mera unión moral o ideológica, sino de una comunión dinámica en unión con Su sustancia.
Y digo dinámica, participativa porque meditar en la comunión con Dios no es un sustituto de una verdadera comunión con Dios, pues una teología en abstracción es teología muerta.
De esta común unión dinámica nos habló Jesús cuando oró por sus discípulos.
Al mismo tiempo vemos que esta unión participativa es descrita por Juan como un andar en Luz, y por Jesús como el comer la carne, y beber la sangre del Hijo del Hombre.
56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.Común Unión sin perder nuestra pluralidad.
Juan 6:56
En efecto, la misma Unidad en diversidad es lo que encontramos en la Comunidad de la Trinidad, de ahí la insistencia de Jesús y los apóstoles en perseverar en la oración, pus toda oración es Trinitaria.
En efecto, el cristiano ora a Dios Padre, en el Nombre de Dios Hijo, en el poder del Espíritu Santo.
No podía ser de otra manera, pues la vida cristiana -en su eliminación de lo secular- es participación en Dios, comunión en Dios.
Y no es precisamente la rutpura de esta comunión la raíz de todos los problemas del ser humano?
Desde la Caída, desde la ruptura de la comunión de Dios con el hombre, el ser humano ha peregrinado en constante descenso por un desierto de alienación.
Rompe la Unión que da Vida, y la corrupción se asienta en nuestras vidas de una manera fatal, humanamente irresoluble.
De ahí que la Salvación sea una Gracia, pues en este estado de corrupción, el ser humano degenera en un estado de insensibilidad espiritual, en el que se ama las tiniebla y aborrece la Luz en una paradoja angustiante de infelicidad perpetua al aborrecer todo lo espiritual, sin dejar de sentir anhelo por recuperar la Paz perdida.
Esto explica el por qué la Gracia de Dios inicia en la Regeneración, el don de una nueva naturaleza que lleva gradualmente al hombre a amar lo que Dios ama, y aborrecer lo que Dios aborrece, pues como reza la máxima cristiana, Jesús no vino a hacer de hombres malos hombres buenos, sino a dar vida a hombres muertos, a engenderar Nuevas Criaturas.
Pierde la doctrina de la Comunión y reducirás la vida cristiana a un montón de meros moralismos muertos y gravosos.
En efecto, porque no amamos a nuestros enemigos porque queramos ser buenitos y recibir palmaditas en el hombro y miradas de aprobación, sino porque el Amor de Dios que mora en nosotros, nos lleva a amar como Él ama en la esperanza de la Restauración final.
Y esta Vida, este andar en Luz, este participar de la carne y sangre del Hijo del Hombre, es la Comunión, la Restauración de la Unión perdida que provocó el preferir la criatura antes que al Creador.
Mientras meditáis en todo esto, dad las gracias a Dios nuestro Padre en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...