Pero escucha en qué forma el señor tomó a su hijo y sus gloriosos ángeles como consejeros respecto a la herencia del siervo.En relación a este pasaje, Johannes Quasten comenta en su Patrología lo siguiente,
Dios hizo que el Espíritu Santo preexistente, que creó toda la creación, morara en carne que Él deseó. Esta carne, pues, en que reside el Espíritu Santo, fue sometida al Espíritu, andando honorablemente en santidad y pureza, sin contaminar en modo alguno al Espíritu.
Cuando hubo vivido, pues, honorablemente en castidad, y trabajado con el Espíritu, y hubo cooperado con él en todo, comportándose él mismo osada y valerosamente, Él lo escogió como colaborador con el Espíritu Santo; porque el curso de esta carne agradó [al Señor], siendo así que, poseyendo el Espíritu Santo, no fue contaminado en la tierra.
Por tanto, tomó a su Hijo como consejero y a los gloriosos ángeles también, para que esta carne, además, habiendo servido al Espíritu intachablemente, pudiera tener algún lugar de residencia, y no pareciera que había perdido la recompensa por su servicio; porque toda carne que es hallada sin contaminación ni mancha, en que reside el Espíritu Santo, recibirá una recompensa.
Según este pasaje, parece que para Hermas la Trinidad consiste en Dios Padre, en una segunda persona divina, el Espíritu Santo, que él identifica con el Hijo de Dios, y, finalmente, en el Salvador, elevado a formar parte de su sociedad como premio a sus merecimientos.Exacto, el autor del libro considera al Salvador como Hijo adoptivo de Dios por lo que se refiere a su naturaleza humana.
Cierto, el Jesús del Pastor de Hermas está muy cercano al Nestorianismo, es decir, la creencia de que en Jesús moraron dos naturalezas separadas -divina y humana-.
El Jesús humano -su cuerpo y alma- es descrito por el autor del libro simplemente como un receptáculo que cobijaba la divina Palabra de Dios, de ahí que explicaran la falta de omnisciencia de Jesús con la idea de que mientras la parte humana ignoraba los designios de Dios, la divina permanecía omnisciente.
Sin duda alguna, la cristología de Hermas no solo es difícil de encajar en la cristiana, sino también con la coherencia textual, pues al texto ofrecido donde el Siervo es identificado con el Hijo e Dios, hemos de añadir el hecho de que en la Segunda Parábola, Dios consulta al Hijo sobre si es conveniente o no, exaltar al Siervo -Jesús humano- para que este sea co-heredero con el Hijo -el Espíritu Santo Creador-.
De este modo vemos que en su cristología, el Pastor de Hermas presenta un Hijo y dos herederos: el Espíritu Santo que moró en el cuerpo de Jesús, y Jesús el humano.
Al mismo tiempo, la identificación Cristo-Espíritu que hace el libro me recuerda la herejía que defiende que el Cristo no moró en Jesús hasta su bautismo.
Ahora bien, esto supone una serie de preguntas de difícil respuesta, pues si se defiende que la naturaleza divina de Jesús era el Espíritu Santo, cuándo se unieron ambas naturalezas, en el nacimiento del Jesús humano, en su bautismo...?
Y quién sufrió en la cruz, el Jesús humano que colaboró con el Espíritu divino, o éste último...?
Quién perdió la comunión con Dios, el Jesús humano colaborador, o el Cristo divino...?
Sea como sea, la Trinidad que aparece en el Pastor no deja de ser interesante, pues no es eterna.
No estamos ante Dios, Su Palabra y Espíritu, sino ante Dios llamado Padre, el Santo Espíritu Creador, y un ser humano que fue exaltado como pago por su merecida obediencia al Espíritu que moró en él.
Esa es la cristología del Pastor de Hermas, pues el Jesús humano no pasa de ser un receptáculo para el Espíritu Santo Creador.
De acuerdo a esto, la santificación o Theosis es brutalmente diferente a la defendida por el cristianismo clásico, donde el ser humano -al aprender a vivir sometido al Poder del Espíriru que mora en él- es transformado sin perder su naturaleza en un Nuevo Hombre que ha alcanzado aquello para lo que fue creado: ser imagen de Dios.
Sin embargo, la santificación de Hermas es diferente, pues en este caso nos encontraríamos con un ser humano que -al aprender a vivir sometido al Poder del Espíriru que mora en él- hace méritos suficientes como para abandonar su naturaleza, y ser Uno con el mismo Dios.
Este es el Camino mostrado por el Mesías del Pastor de Hermas, esta es la confusa cristología de una obra que a Dios gracias, dejó de formar parte del Canon doctrinal alrededor del siglo quinto.