Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



domingo, 11 de septiembre de 2011

De Bicis Rotas y Apocastasis...


Hace tiempo, uno de mis antiguos compañeros del grupo de jóvenes, rompió el cambio de marchas de mi bici.
La bici se arregló en un par de horas, pero yo sabía perfectamente que arreglar las cosas con él exigiría más tiempo.

Primero Juicio, después Gracia, pensé.

Me evitaba porque ambos sabíamos que era el culpable del destrozo, se imaginaba una factura, una bronca, y lo peor: un sermoncito cristianoide.

Primero Jucio, haz como Dios, primero Juicio, pensé, y después Gracia.

De este modo, fui a la tienda de sus padres donde trabajaba los fines de semana, y pedí hablar con él.

Se movía de un lado a otro, evitaba mirarme a la cara, y todo en él evidenciaba una actitud puramente defensiva.
Mentiría si dijera que en ese momento no me odiaba.

Primero le dejé claro que lo de la bici había estado mal: Juicio.
Pero que yo había pagado la reparación: Gracia.

Ah, y me gustaría que volvieras al grupo de jóvenes, igual que antes, te acuerdas? añadí dando Gracia sobre Gracia.

Sin embargo, su actitud defensiva no le dejaba escuchar ni una sola palabra de lo que le decía.

Ante su cerrazón, no me dejó otro remedio que insistir: No, que te digo que lo de la bici ya está pagado, oyes? la reparación la he pagado yo, ya no hay deuda, en serio, no tienes que pagar nada, y además me gustaría que volvieras al grupo.
Ahá, igual que al Principio, te acuerdas?

No se fiaba, era demasiado para él.

Y es que esta es una de las características de la Gracia: es demasiado estrambótica para la mente.

No había lógica en mis acciones porque no hay lógica en la Gracia.
No obstante, la Gracia no tiene por que entenderse, solo recibirse.

Por eso, cuando al fin se dio cuenta de lo que le estaba diciendo, de que quien tendría que estar justamente airado con él era quien había pagado su destrozo, que no se le pedía responsabilidad alguna sino amistad y apocastasis, se derrumbó.

Desde entonces no he visto a nadie tan entregado como él y tan generoso para con los demás.

Y esta es otra de las características de la Gracia: Quien la recibe, comprende que hay más bendición en dar que en recibir.



Mientras meditáis en todo esto, dad gracias a Dios nuestro Padre en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...

Inspirado en un cuento que me contó la Naara... merci reina!

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