27 De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
28 Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.
29 Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.
1 Corintios 11:27-29
Qué quiso decir Pablo con la frase: discernir el cuerpo del Señor...? pregunta un hermano.
Básicamente alude a dos cosas.
La primera y más importante es que si no confías que Dios envió a Jesús a morir por ti, y no te arrepientes del lastre de tus pecados para esforzarte por seguir al Señor que dio su vida por ti, es decir, si no disciernes el por qué y para qué Dios entregó a su Hijo por ti, sigues muerto en vida y eres reo de juicio lo mismo que los demás.
La segunda es menos evidnte pero igualmente fundamental.
Pablo nos advierte que antes de tomar la Santa Cena -la carne y sangre del Señor- uno debe probarse a sí mismo discerniendo el cuerpo de Jesús.
El cuerpo del Señor lo es su iglesia, el conjunto de hermanos diseminados por el mundo y reunidos en él mediante Su Espíritu, de ahí que discernir el cuerpo del Señor no sea otra cosa que despertar al hecho de que formamos parte de una comunidad a la que hemos sido llamados a servir.
De este modo, Pablo nos advierte de que no podemos tomar parte de la Mesa de quien dio su vida por nosotros si nosotros no damos nuestra vida por nuestros hermanos, es decir, no tiene sentido pretender recibir la Misericordia de Dios sin sacrificio hacia nuestros hermanos.
De este modo, antes de cada Santa Cena uno debe preguntarse hasta qué punto discierne el cuerpo de Jesús, es decir, hasta qué punto uno ama sacrificialmente de verdad a aquellos con quienes ora, alaba y comparte en comunidad el mismo pan que es Su carne, y el mismo vino que es Su sangre.
Una vida indigna de tomar parte del sacramento que conmemora la muerte y venida en Gloria de Jesús es una vida que no discierne lo que sucedió hace unos dos mil años en una colina cercana a Jerusalén.
Quien no discierne la Gloria de Dios en Gólgota vivirá por tanto una vida religiosa y aparente, más interesada en ser servida que en servir a Jesús, es decir, a su cuerpo, más interesada en recibir antes que dar a Jesús, es decir, a su cuerpo, una vida en suma egocéntrica no cristocéntrica.
Si no vives por y para el Señor, y este compromiso fruto de tu muerte y resurrección con él mediante el Espíritu no se manifiesta en una vida de entrega mutua por parte de aquellos que son el cuerpo de Jesús, lo mejor es que no compartas el sacramento pues es evidente que aún no has sido juzgado y muerto con el Señor en la cruz -su muerte no fue la tuya-, y que el Juicio de Dios todavía te aguarda.
Mientras meditáis en todo esto, dad las gracias a Dios nuestro Padre por todo enel Nombre de nuestro Señor Jesucristo...
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