Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



jueves, 27 de diciembre de 2012

De que la Santificación Busca Capacitarnos para Ser Enviados...

15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
17 Santifícalos en Tu Verdad; Tu Palabra es Verdad.
18 Como Tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
19 Y por ellos me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la Verdad
.
Juan 17:15-19
En otras palabras, la santidad es un medio en vez de un fin en sí mismo.
Ahora bien, qué clase de medio, o lo que es lo mismo, qué finalidad persigue dicha herramienta?

La finalidad de ser enviados.
Y esto nos atañe a todos...

Es decir, según el Señor una de las finalidades de la Santificación que deriva de la presencia por el Espíritu de la Verdad de Dios en el creyente, es la misionera.

Cierto, en dicho pasaje la Santidad y el espíritu misionero aparecen entrelazados, de modo que uno es la consecuencia del otro.
Esto implica varias cosas.

Por un lado vemos que una de las motivaciones de los enviados debe ser el Amor, pues la misión no busca lo propio, sino el beneficio ajeno.

Pero por el otro igualmente vemos que la santificación no persigue sacarnos del mundo sino ser aptos para el mundo.
No desaparecer en un monasterio, no huir a un Meah Shearim cristiano, sino ir al mundo.

La conciencia de esto supone que la obediencia a Dios deja de centrarse en sí misma.
Ser puros sexualmente, aborrecer la avaricia o domar la lengua son luchas diseñadas para ir más allá.

Son pugnas contra el Yo que nos hacen aptos para que -no fuera sino en medio del mundo- podamos vencer toda tentación y predicar pureza, generosidad y templanza en espacios donde la lascivia, egoísmo y habladuría son el dios de este mundo.

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