5 Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos.Uno de los aspectos más fascinantes de la autoexaminación es cómo te acerca a aquello que es objeto de tu análisis, mientras al mismo tiempo te obliga a separarte de él.
2 Corintios 13:5a
La línea que separa la objetividad de la subjetividad se rasga en cierto modo, pues mediante la introspección de mí mismo, devengo objetivo al forzarme a alejarme de mí mismo.
En el cristianismo nos encontramos con la paradoja que cada vez que das un paso atrás para verte por entero, lo primero con que se topan tus ojos son tus mismos ojos observándote detenidamente.
El peligro de un exceso de autoexaminación es que podemos acabar olvidando su finalidad -hacernos más imagen de Jesús- al centrarnos obsesivamente en nosotros mismos, en aquello que tenemos y no tenemos, en lo que mejoramos y empeoramos, Yo, Yo y Yo.
Lo curioso es que la única manera de reducir la distancia que nos separa del fin último al que hemos sido llamados, es haciendo del Evangelio nuestra Santificación.
En otras palabras, nuestro moldeado da fruto cuando centramos nuestra atención en un elemento externo, en Jesús y lo que hizo por nosotros, pero No en lo que hace en nosotros.
Mientras meditáis en todo esto, dad las gracias a Dios nuestro Padre por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...
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